Primera Lectura. Filipenses 3,17 -- 4,1.
17Hermanos, seguid todos mi ejemplo y tened siempre delante a los que proceden según el modelo que tenéis en nosotros, porque andan por ahí muchos... 18¡Cuántas veces os los he señalado, y ahora lo hago con lágrimas en los ojos, a esos enemigos de la Cruz del Mesías! 19Su paradero es la ruina, honran a Dios con el estómago y ponen su gloria en sus vergüenzas, centrados como están en lo terreno.
20Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos como salvador al Señor Jesús, el Mesías; 21él transformará la bajeza de nuestro ser reproduciendo en nosotros el esplendor del suyo, con esa energía que le permite incluso someterse el universo. 4 1De modo que, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, mis amigos, manteneos así fieles al Señor.
EXPLICACIÓN.
3,17-4,1. Una vez explicada su postura, Pablo se pone como ejemplo (17). Enemigos de la cruz del Mesías (18), como en 3,2, los judíos; eran éstos quienes se gloriaban de sus vergüenzas, es decir, de la circuncisión; honran a Dios con el estómago (19), lit. "su Dios, el estómago"; se trata, en el caso de los judíos, del valor supremo que atribuyen a las prescripciones sobre alimentos; la traducción procura evitar el malentendido; centrados, cf. Col 3,2; en lo terreno, los ritos y observancias sobre cosas materiales.
La realidad cristiana, en contraste con lo anterior. Somos ciudadanos del cielo, condición acutal del cristiano: en la esfera divina o "cielo" está Jesús, objeto de su adhesión, de ella ha recibido el Espíritu que impulsa su vida. Esta ciudadanía ha de ser consumada. Mantiene Pablo su concepción de la venida del Mesías, aunque ya sin el aspecto de inminencia (cf. 1 Cor 7,29); la esperanza de la futura gloria se apoya en el conocimiento de la fuerza de Jesús exaltado, y estimula a la fidelidad (3,20-4,1).
Salmo. 122,1-5.
Explicación.
Evangelio. Lucas 16,1-8.
1 Y añadió dirigiéndose a sus discípulos:
- Había un hombre rico que tenía un administrador, y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes.
2 Entonces lo llamó y le dijo:
- ¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión, porque no podrás seguir de administrador.
3 El administrador se dijo:
- ¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.
4 Ya sé lo que voy a hacer, para que, cuando me despidan de la administración, hay quien me reciba en su casa.
5 Fue llamando uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero:
- ¿Cuánto debes a mi señor?
6 Aquél respondió:
- Cien barriles de aceite.
Él le dijo:
- Toma tu recibo; date prisa, siéntate y escribe "cincuenta".
7 Luego preguntó a otro:
- Y tú, ¿cuánto le debes?
Éste contestó:
- Cien fanegas de trigo.
Le dijo:
- Toma tu recibo y escribe "ochenta".
8 El señor elogió a aquel administrador de los injusto por la sagacidad con que había procedido, pues los que pertenecen a este mundo son más sagaces con su gente que los que pertenecen a la luz.
Explicación.
Segunda secuencia: 1-13- Dirigida a los discípulos. La parábola es clara si se tienen en cuenta los usos de la época. La reducción de la cifra en el recibo no significa fraude al dueño, sino renuncia a la propia comisión. Por eso el dueño elogia al administrador (8); lo injusto, el dinero mismo.
17Hermanos, seguid todos mi ejemplo y tened siempre delante a los que proceden según el modelo que tenéis en nosotros, porque andan por ahí muchos... 18¡Cuántas veces os los he señalado, y ahora lo hago con lágrimas en los ojos, a esos enemigos de la Cruz del Mesías! 19Su paradero es la ruina, honran a Dios con el estómago y ponen su gloria en sus vergüenzas, centrados como están en lo terreno.
20Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos como salvador al Señor Jesús, el Mesías; 21él transformará la bajeza de nuestro ser reproduciendo en nosotros el esplendor del suyo, con esa energía que le permite incluso someterse el universo. 4 1De modo que, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, mis amigos, manteneos así fieles al Señor.
EXPLICACIÓN.
3,17-4,1. Una vez explicada su postura, Pablo se pone como ejemplo (17). Enemigos de la cruz del Mesías (18), como en 3,2, los judíos; eran éstos quienes se gloriaban de sus vergüenzas, es decir, de la circuncisión; honran a Dios con el estómago (19), lit. "su Dios, el estómago"; se trata, en el caso de los judíos, del valor supremo que atribuyen a las prescripciones sobre alimentos; la traducción procura evitar el malentendido; centrados, cf. Col 3,2; en lo terreno, los ritos y observancias sobre cosas materiales.
La realidad cristiana, en contraste con lo anterior. Somos ciudadanos del cielo, condición acutal del cristiano: en la esfera divina o "cielo" está Jesús, objeto de su adhesión, de ella ha recibido el Espíritu que impulsa su vida. Esta ciudadanía ha de ser consumada. Mantiene Pablo su concepción de la venida del Mesías, aunque ya sin el aspecto de inminencia (cf. 1 Cor 7,29); la esperanza de la futura gloria se apoya en el conocimiento de la fuerza de Jesús exaltado, y estimula a la fidelidad (3,20-4,1).
Salmo. 122,1-5.
1iQué
alegría cuando me dijeron
«Vamos a la casa del Señor».
2Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
«Vamos a la casa del Señor».
2Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
3¡Jerusalén!,
construida como ciudad
bien unida y compacta,
bien unida y compacta,
4adonde
suben las tribus,
las tribus del Señor;
las tribus del Señor;
según
la costumbre de Israel,
a dar gracias
al nombre del Señor.
5Allí reside el tribunal de justicia,
el tribunal
del palacio de David. 5Allí reside el tribunal de justicia,
Explicación.
122,1-2
Concentra los dos momentos extremos de la romería: el anuncio de la partida y
la llegada, saltándose el viaje con su fatiga: cfr. Sal 84.
122,3-5
Predicados de la ciudad. Su trazado, con casas unidas formando calles; el templo
donde se unen las tribus para alabar al Señor: cfr. Sal 65,2; la administración
central de la justicia en un tribunal supremo. La imagen supone una nación
unificada, con un centro religioso y político: ¿refleja una realidad. un
recuerdo, una aspiración? Mucho depende de la datación del salmo.
Trasposición
cristiana.
Creo
que se han de leer sobre el fondo de este canto de peregrinación las palabras
de Jesús al avistar la ciudad: Lc 18,41-44. El destino de Jerusalén
lo recoge la Iglesia celestial según Ap: tronos 20,4.11-15; belleza 21,11-21; doce
(puertas) 21,12-14; no templo 21 ,22s. Evangelio. Lucas 16,1-8.
1 Y añadió dirigiéndose a sus discípulos:
- Había un hombre rico que tenía un administrador, y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes.
2 Entonces lo llamó y le dijo:
- ¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión, porque no podrás seguir de administrador.
3 El administrador se dijo:
- ¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.
4 Ya sé lo que voy a hacer, para que, cuando me despidan de la administración, hay quien me reciba en su casa.
5 Fue llamando uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero:
- ¿Cuánto debes a mi señor?
6 Aquél respondió:
- Cien barriles de aceite.
Él le dijo:
- Toma tu recibo; date prisa, siéntate y escribe "cincuenta".
7 Luego preguntó a otro:
- Y tú, ¿cuánto le debes?
Éste contestó:
- Cien fanegas de trigo.
Le dijo:
- Toma tu recibo y escribe "ochenta".
8 El señor elogió a aquel administrador de los injusto por la sagacidad con que había procedido, pues los que pertenecen a este mundo son más sagaces con su gente que los que pertenecen a la luz.
Explicación.
Segunda secuencia: 1-13- Dirigida a los discípulos. La parábola es clara si se tienen en cuenta los usos de la época. La reducción de la cifra en el recibo no significa fraude al dueño, sino renuncia a la propia comisión. Por eso el dueño elogia al administrador (8); lo injusto, el dinero mismo.
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