miércoles, 28 de agosto de 2019

LECTURAS DEL MIÉRCOLES 28 DE AGOSTO DEL AÑO 2019

2 OPCIONES.

1ª OPCIÓN.


PRIMERA LECTURA. 1 Tesalonicenses 2,9-13.

9Recordad si no, hermanos, nuestros sudores y fatigas; trabajando día y noche para no ser una carga para nadie, proclamamos entre vosotros la buena noticia de Dios.
                   10Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo impecable, honrado y sin tacha que fue nuestro proceder con vosotros los creyentes, 11sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, 12exhortando, con tono suave o enérgico, a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su Reino y gloria.
                   13Ésa es precisamente la razón por la que damos gracias a Dios sin cesar; que al oírnos predicar el mensaje de Dios, no lo acogisteis como palabra humana, sino como lo que es realmente, como palabra de Dios, que despliega su energía en vosotros los creyentes;

Explicación.

No vivieron a costa de la comunidad (cf. 2 Cor 11,5-15) (9).

                Apela al recuerdo de los tesalonicenses. Honradez de los misioneros (10); su interés por cada uno en particular; educación en el modo de vivir cristiano, para responder a Dios, que los ha llamado a constituir una sociedad nueva (su Reino, cf. Col 1,13) donde él manifiesta su presencia (su gloria) (11-12).

                Continúa la acción de gracias (cf. 1,2). La prueba de la autenticidad de su predicación fue que los tesalonicenses no la acogieron como palabra humana (alude quizá a los filósofos, predicadores o charlatanes ambulantes, numerosos en la época), sino como palabra de Dios, al tener la experiencia de la fuerza del mensaje (13).  

SALMO. 139,7-12.


7¿Adónde me alejaré de tu aliento?,
¿adónde huiré de tu presencia? 
8Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, ahí estás. 
9Si me traslado al ruedo de la aurora
o me instalo en el confín del mar, 
10allí se apoya en mí tu izquierda
y me agarra tu derecha.
11Si digo: que me sorba la tiniebla,
que luz se haga noche en tomo a mí, 
12tampoco la oscuridad es oscura para ti, 
la noche es clara como el día:

da lo mismo tiniebla o luz. 

Explicación.


139,7-12 Las polaridades de esta segunda sección son: aurora / poniente, oscuridad / luz, noche / día. Dios está imaginado en un lugar central, definido por su "aliento" y su "rostro", mientras sus dos manos abarcan simultáneamente los dos extremos del horizonte.
139,7 El "aliento" esta imaginado en su emisión vital, no como el de Gn 1: cfr. Sal 63,9. El "rostro" sugiere la manifestación inmediata, la presencia próxima: cfr. Sal 51,12. "Huida" como la de Jonás.
139,8 Cielo y abismo son dos lugares extremos, en los que se halla la pura presencia invariable de Dios: Am 9,2s. Imagina el seol como inmenso dormitorio donde el hombre tiende su lecho: Job 17,13; 21,26. La presencia del Señor en el seol contradice las creencias de Mesopotamia y algunas concepciones bíblicas que declaran a Yhwh extraño al mundo de los muertos: véase Eclo 16,18s.
139,9 La palabra hebrea significa alas, ruedo de un manto, haldas de un vestido; el ruedo es más apto para imaginar la aurora. "El mar", se entiende el Mediterráneo.
139,11-12 "Sorba": tomando shup como variante de sha'ap . Describe la sensación de verse absorbido por la oscuridad que avanza, envuelto en la oscuridad que suplanta a la luz: véanse Eclo 23,18s; Job 31,21. La mirada de Dios trasciende la distinción humana y cósmica de luz y tinieblas. 
 Transposición cristiana.

Sobre el Dios incomprensible: Rom 11,33; 1 Cor 2,10. Por la encarnación y redención, el misterio de Dios se vuelve más claro, y más profundo. La liturgia ha aplicado la polaridad sentarse / levantarse a la muerte y resurrección de Cristo.


EVANGELIO. Mateo 23,27-32.

27 ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muerto y podredumbre;
28 lo mismo vosotros: por fuera aparentáis ser hombres justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y de iniquidad.
                         29 ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausuleos de los justos,
30 diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! 
31 Con esto atestiguáis, en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. 32¡Pues colmad vosotros la medida de vuestros padres!

Explicación.

Bajo una apariencia respetable, corrupción (27-28). Canonizan a los profetas, siendo herederos de los que los asesinaron (29-32).


2ª OPCIÓN.

Primera Lectura. 1 Juan 4,7-16

7 Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8El que no ama no tiene idea de Dios, porque Dios es amor.
9De este modo se manifestó entre nosotros el amor de Dios: enviando al mundo a su Hijo único para que tuviésemos vida por su medio.
10Esto define a ese amor: no el haber nosotros amado antes a Dios, sino el habernos él demostrado su amor enviando a su Hijo para que expiase nuestros pecados.
11 Amigos míos, si Dios nos ha amado así, es deber nuestro amamos unos a otros. 12 A la divinidad nadie la ha visto nunca; si nos amamos mutuamente, Dios habita en nosotros y su amor queda realizado en nosotros. I3Ésta es la señal de que habitamos en él y él en nosotros, que nos ha hecho participar de su Espíritu.
14Nosotros lo hemos contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo al mundo para salvar al mundo.
15Si uno reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios habita en él y él en Dios. 16Por nuestra parte, le hemos dado fe y conocemos el amor que Dios mantiene en nosotros. Dios es amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

Explicación.

Dios es la fuente del amor; no se puede comprender la verdadera naturaleza del amor, a menos de reconocer que su origen está más allá del hombre mismo. El amor mutuo prueba que se es hijo de Dios, porque el que ama se comporta como Dios mismo; y sólo el que tiene experiencia del amor puede conocer a Dios, que es amor (8). La afirmación Dios es amor significa que éste no es sólo un aspecto de la actitud o actividad de Dios para con el hombre, sino que en Dios el amor lo es todo, y que todo lo que hace es expresión del amor que constituye su ser. La metáfora inicial de la carta, «Dios es luz» (1,5), se corresponde con la afirmación «Dios es amor»: la luz es el amor/vida (cf. Jn 1,4) en cuanto se manifiesta («brilla»), puede ser conocido y transforma («ilumina») al hombre.

Cada uno ha podido percibir el amor de Dios, por la vida que ha recibido de Jesús (9). El amor es desinteresado y no es una mera respuesta, sino el don de sí mismo; así lo ha demostrado Dios enviando a su Hijo. No es mera respuesta, porque de hecho el hombre no había ofrecido nada a Dios, incapacitado para hacerlo por su conducta injusta, contraria y cerrada al amor, que creaba un obstáculo insuperable para recibir el amor de Dios. Éste, por propia iniciativa, envió a su Hijo para quitar el obstáculo (cf. 2,2) (10).

La respuesta al amor es amar (11), y el amor del hombre necesita ver y comprender, lo que es imposible respecto a Dios (cf. Jn 1,18). Pero el amor mutuo es la señal de que Dios está con los hombres y de que su propósito, la realización del hombre, se cumple (12). La experiencia del Espíritu da conciencia al hombre de esta presencia de Dios en él (13).

Además del testimonio interno del Espíritu, está el externo, el de los testigos presenciales de la vida de Jesús en la tierra, que ha quedado plasmado en el evangelio (Jn 1,32.34; 19,35; 21,24) y que se ha transmitido en la comunidad. El plan de Dios es salvar al mundo por medio de Jesús (Jn 3,17); para salvar, lit, «como Salvador», término helenístico equivalente al hebreo Mesías (cf. Jn 4,25.42) (14). Lo importante es reconocer que el hombre Jesús, que vivió en la historia, es el Hijo de Dios, capaz de revelar a los hombres lo que realmente es Dios. De hecho, Jesús es el que, por amor a los hombres, llegó a dar su vida, traducción en términos humanos del amor infinito e irreversible de Dios por el hombre (15). Dado que Dios es amor, el hombre que ama puede estar seguro de que está unido con Dios (16).

Salmo. 119,9-14

9¿Cómo limpiará un joven su senda? 
-Observando tu consigna.
10Te busco de todo corazón:
no me desvíes de tus mandatos.
11Guardo en el corazón tu promesa 
para no pecar contra ti. 
12iBendito eres, Señor!,
enséñame tus normas.
13Mis labios recitarán
todo lo que manda tu boca.
14En el camino de tus preceptos disfruto 
más que con cualquier fortuna.
Explicación.
119,9-16 Juntando los versos 1 0.11.13. 14, obtenemos la serie "corazón, labios, camino = conducta", como nuestro de pensamiento, palabra y obra. Los versos 14 y 16 expresan el gozo: el orante no siente la ley como traba o peso.
Transposición cristiana.
Muchos títulos, símbolos o privilegios atribuidos en el judaísmo a la tora son atribuidos en el NT a Jesucristo: luz, agua de la roca, camino, etc. Por tanto, donde leemos ley o mandato podemos pensar en Jesús como Mesías. Como los relatos del Pentateuco son también tora, así y mucho más lo es la vida de Cristo. La lectura se facilita usando la clave del "camino". Jesús se lo apropia como norma de conducta y vía de acceso al Padre, al cual añade los de verdad y vida, también presentes en el salmo. Con su conducta y enseñanza nos enseña "el camino auténtico de la vida".

Evangelio. Mateo 23,8-12


  8 Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar ·Rabbí", pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois hermanos;
9 y no os llamaréis "padre" unos a otros en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo;
10 tampoco dejaréis que os llamen "directores", porque vuestro director es uno solo, el Mesías.
11 El más grande de vosotros será servidor vuestro.
12 A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.


Explicación.


Exhibicionismo de letrados y fariseos (5-7; cf. 6,1-18): se constituyen en casta privilegiada. Rabbí: "señor mío, monseñor". Insiste en la igualdad entre los discípulos (8): ningún rango o privilegio. Padre (9): título de los maestros, en cuanto transmisores de la tradición y modelos de conducta. Lo mismo que Jesús no tiene padre humano, tampoco los suyos han de reconocerlo en el sentido dicho. Único modelo, el Padre del cielo (5,48). Director o guía espiritual (10): sólo a Jesús hay que seguir. La verdadera grandeza (11). Dios juzga las actitudes humanas (12).

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