domingo, 16 de septiembre de 2018

LECTURAS DEL DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 2018

Primera Lectura: Isaías 50, 5-9a

Tercer cántico del siervo: sufrimiento y confianza (Is 42,1-9; 49,1-13; 53)

5El Señor me abrió el oído,
yo no me resistí ni me eché atrás:
6ofrecí la espalda
a los que me apaleaban, las mejillas
a los que me mesaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos.
7El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
8Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleitará contra mí?
Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí?
Que se me acerque.
9Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

EXPLICACIÓN.

50,4-9. Un personaje anónimo toma la palabra: ¿es, quizá, el siervo del cap. 49? No lleva ese título, pero se asemeja a él; no se llama profeta: pero narra su vocación como la de un profeta: para la palabra (cfr. Jr 1,2.7.9; 15,16.19; 17,15; 20,8s); sufrimientos 18,18; 20,7-10); confianza en el Señor (Jr 15,20s; 20,11-13).

50,5El Señor modela enteramente a su profeta: oído y lengua. Y éste no opone resistencia: tal es su justificación. Tampoco resiste a las injurias humanas. Es su segunda justificación.

50,8. La no resistencia podía tomarse como confesión de culpa, dando razón al contrario. El profeta, fiándose de Dios, acude tranquilo al juicio humano. Dios demostrará la inocencia del acusado, logrará su absolución. Cfr. Jn 16,8-11; Rom 8,33s.

Salmo: 116,1-6.8-9

1iYo amo!, porque el Señor escucha
mi voz suplicante.
2porque inclina el oído hacia mí
cuando lo llamo.
3Me envolvían redes mortales,
me alcanzaban los lazos del Abismo,
caí en tristeza y angustia.
4Invoqué el nombre del Señor:
¡por favor, Señor, pon a salvo mi vida!
5EI Señor es clemente y justo,
nuestro Dios es compasivo.
6EI Señor guarda a los incautos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
8Arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies del empellón.
9Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

EXPLICACIÓN.

116,1 El comienzo con un verbo en forma absoluta es único; algunos lo corrigen adelantandoYhwh como complemento. Suena como respuesta al mandato de Dt 6,5; 11,1. El verbo "amar" no es raro en el salterio; Sal 18 comienza con un sinónimo.

116,3 La primera frase procede del Sal 18,5. Según Gn 42,38 y 44,31, la "pena" puede llevar a la "tumba".

116,4 La petición es personal, encarecida: Gn 50,17; Ex 32,31; Is 38,3; Jon 1,14; 4,2.

116,5 Cita libre de una fórmula litúrgica que se apoya en Ex 34,6.

116,6 Los "incautos" son típicos de Proverbios (14,15; 1,4; 8,5): son inexpertos, víctimas fáciles de astutos y arteros, pero capaces de aprender.

116,7-9 Como consecuencia inmediata de la liberación otorgada, esperábamos la expresión del agradecimiento. En cambio de ello, el orante mira dentro de sí y se dirige la palabra. El desdoblamiento psicológico, muestra que no es una doctrina aprendida, sino experiencia personal.

116,8 El tríptico cincelado responde formalmente al tríptico trágico del v. 3. El "empellón" es metáfora: busca la caída mortal.

116,9 "Caminar en presencia": o proceder de acuerdo. La "tierra de la vida" es esta tierra superior superior, a la luz del sol: Sal 56,12.

 Transposición cristiana.

Rom 3,4 cita 11b desplazando ligeramente el sentido. 2 Cor 4,13 cita 10a adaptando el sentido. Sobre el precio de la vida, Rom 8,20. Sobre la copa, 1 Cor 10,16.

Segunda Lectura: Santiago 2, 14-18

 14Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Es que esa fe podrá salvarlo? 15Supongamos que un hermano o una hermana no tiene qué ponerse y andan faltos de alimento diario, 16y que uno de vosotros le dice: "Andad con Dios, calentaos y buen provecho", pero sin darle lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? 17Pues lo mismo la fe: si no tiene obras, ella sola es un cadáver.
                  18Y si alguno dijera que tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin obras, que yo te mostraré la fe con mis obras.

EXPLICACIÓN.

El autor sigue la doctrina judía de la necesidad de las buenas obras como elemento esencial de la fe y la aplica a la fe cristiana. Pablo funda la necesidad de las buenas obras en la solidaridad de los miembros dentro del mismo cuerpo del Mesías (1 Cor 12); Juan, en la experiencia del amor de Dios, que exige como respuesta el amor a los demás (Jn 1,16; 13,33).
                El autor propone un ejemplo de palabras vacías y de falta de misericordia (cf. 1 Jn 3,17) (14-17).

Evangelio: Marcos 8, 27-35

(Mt 16,13-20; Lc 9,18-21)

27Salió Jesús con sus discípulos para las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino les hizo esta pregunta:
-¿Quién dice la gente que soy yo?
28Ellos le contestaron:
-Juan Bautista; otros, Elías; otros, en cambio, uno de los profetas.
29Entonces él les preguntó:
-Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Intervino Pedro y le dijo:
-Tú eres el Mesías,
30Pero él les conminó a que no lo dijeran a nadie.

(Mt 16,21-23; Lc 8,22)

31Empezó a enseñarles que el Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, los sumos, sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y, a los tres días, resucitar.
32y exponía el mensaje abiertamente. Entonces Pedro lo tomó consigo y empezó a increparlo. 33Él se volvió y, de cara a sus discípulos, increpó a Pedro diciéndole:
-¡Quítate de mí vista, Satanás!, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana. 

Condiciones para el seguimiento (Mt 16,24-28; Lc 9,23-27) 

34Convocando a la multitud con sus discípulos, les dijo:
-Si uno quiere venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga; 35 porque el que quiera poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía y de la buena noticia la pondrá a salvo. 

EXPLICACIÓN.

27-30. Puente entre el primero y el segundo período. En territorio pagano. Comienza el tema del camino (9,33s; 10,32.52; 11,8; cf. 1,2) que lleva a Jerusalén (10,32.33; 11,11) Y se responde a la cuestión de la identidad de Jesús (4,41; 6,14-16). Las dos preguntas de Jesús corresponden a los dos momentos de la curación del ciego (8,24.27: «los hombres-): la gente (los hombres) no ve en Jesús ruptura con la tradición (Juan, Elías, profeta) (27-28; cf. 6,14-16). A la segunda pregunta, Pedro, por propia iniciativa, se hace representante del grupo (cf. 1,36). Su declaración no es aceptada por Jesús: el Mesías, determinado, se identifica con el de la expectación popular nacionalista (29-30): les conminó, como a los espíritus inmundos (1,25; 3,12) o al viento/espíritu (4,39).

8,31-13,37. Segundo período (cf. 1,16). Temas dominantes: el destino del Hombre (8,31; 9,31; 10,33s), el seguimiento y el contraste entre los dos grupos de seguidores (8,34; 9,33b-50; 10,13-16), la denuncia del templo/institución judía (11,15-19; 13,1s). Comprende las secciones cuarta a octava.

8,31-9,29. Cuarta sección, compuesta de introducción (8,31-33) Y un tríptico (8,34-9,1; 9,2-13; 9,14-29). Introducción (8,31-33): Enseñar, dar una información que se aplica a la vida de los discípulos (seguidores israelitas). En lugar del concepto judío de «Mesías», el universal de- el Hombre - (2,10; 2,28), el portador del Espíritu de Dios (1,10), que, por ello, posee la plenitud humana; por extensión, los que siguen su camino. «El Hombre», intolerable para los poderes de la sociedad judía (sumos sacerdotes, senadores, letrados, las tres categorías que componían el Gran Consejo o Sanedrín); tenía que padecer, etc.: reacción inevitable de la sociedad injusta al mensaje de Jesús. Desenlace de su actividad: la muerte no pone fin a la vida. Tres días, breve lapso de tiempo (Os 6,2) (31). Les exponía el mensaje, como antes a la multitud, pero sin parábolas (cf. 2,2; 4,33; cf. 4,26-29: la entrega).

Resistencia de Pedro: increpa ("conmina", como a un espíritu inmundo, cf. 8,30) a Jesús como a un enemigo del plan de Dios; muestra su falso concepto del Mesías (8,29): se opone a que Jesús tenga que morir, quiere un Mesías poderoso y triunfador (32). Jesús, de cara a sus discípulos, que profesaban la misma idea (8,30: «les conminó») increpa/conmina a Pedro: lo identifica con Satanás, el tentador, el enemigo del hombre y de Dios (1,13); la idea humana/de los hombres, de la tradición farisea y rabínica (7,8), la de los que «no ven ni oyen» (8,24.27), opuesta a la de Dios. Se oponen dos mesianismos: el del Mesías...Hijo de Dios (1,1; 14,61s), que se entrega por la humanidad (1,9-11), y el del Mesías hijo/sucesor de David (10,47.48; 12,35-37), victorioso y restaurador de Israel. Tentación de poder (1,13.24.34; 3,11; 8,11) (33).

8,34-9,29. Tríptico.

a) (8,34-9,1): Los dos grupos de seguidores (los discípulos, israelitas; la multitud, no israelita, cf. 3,32; 5,24b; 7,14.33). Condiciones para el seguimiento, es decir, para la construcción de la sociedad nueva: renunciar a toda ambición y rivalidad (renegar de sí mismo; cf. 9,35.42-50) Y aceptar hasta lo último, como Jesús, la hostilidad de la sociedad injusta (cargar con su cruz) (34). El destino del Hombre (31) es propio de todos los que aspiran a la plenitud humana (34). La opción es razonable: el egoísmo insolidario acaba en la muerte; la entrega por la difusión del mensaje hace superar la muerte (35).

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