PRIMERA LECTURA. Deuteronomio 7,6-11.
6Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
7>>Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió no fue por ser vosotros más numerosos que los demás -porque sois el pueblo más pequeño-, 8sino que por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del faraón, rey de Egipto. 9Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios, un Dios fiel: a los que aman y guardan sus preceptos, les mantiene su alianza y su favor por mil generaciones; 10al que lo aborrece, le paga en persona sin hacerse esperar, al que le aobrrece le paga en persona. 11Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.
Explicación.
7,6 Define al pueblo. Consagrado, pasa a la esfera de la santidad (Éx 19,6; Lv, frecuente); elegido, con preferencia a otros, por iniciativa de Dios; propiedad personal del Señor, inalienable.
7,7-8 Es el favor y amor de Dios lo que engrandece, no el número. ¿Contradice esta afirmación la promesa patriarcal de fecundidad? Más bien la relativiza: ¿qué eran los judíos en el inmenso imperio persa? (cfr. Esd 9,8). Pero Dios escoge lo pequeño y débil para ejercer y manifestar en ello su poder y grandeza. Al jurar, Dios se compromete; pero ¿por qué jura? ¿Por amor a la descendencia futura, "vosotros", o ya por amor al patriarca? Véase Is 41,8.
7,9-10 El principio de la retribución introduce condiciones de respuesta humana en favor de Dios; al mismo tiempo hace resaltar la diferencia entre el castigo individual, "en persona", y el favor indefinido (5,10; Éx 20,6). El "amor" del hombre debe responder al de Dios.
SALMO. 103,1-4.6-7.8.10
(Eclo 18,8-14)
1Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi interior,
a su santo nombre.
2Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.
3ÉI perdona todas tus culpas,
cura todas tus dolencias.
4ÉI rescata tu vida de la fosa
y te corona con su bondad y compasión.
6EI Señor hace justicia
y defiende a los oprimidos.
7Enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los israelitas.
8«EI Señor es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso».
10No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Explicación.
103,2 "Beneficios": un uso de "retribución" benéfica raro, compartido sólo con 2 Cr 32,25 y dos proverbios impersonales.
103,3-6 Los seis participios son enumerativos. Podemos agrupar tres: perdona el pecado, causa, cura la enfermedad, consecuencia, salva de la muerte, castigo o destino. Los otros tres introducen la terna "compasión, misericordia, bondad" y la bina "justicia y derecho" a favor de los "oprimidos".
103,3 El "perdonador": el verbo hebreo es raro en el salterio: 25,11, el adjetivo en 86,5, el sustantivo en 130,4. "Médico": Ex 15, 26 y otros.
103,4 "Rescatador" título y acción frecuentes en ls 40-55: significa recobrar una propiedad o una libertad: rescate extremo, del poder de la Muerte. "Coronador": puede significar ceñir una corona o turbante y también, rodear protegiendo. Aquí encaja mejor el segundo significado.
103,6 Hace de charnela. Mirando hacia atrás, generaliza la experiencia personal; mirando adelante, sugiere la primera etapa de Moisés, la "opresión" en Egipto; en Babilonia según Jr 50,33.
103,7 Por la ley del paralelismo, los dos predicados valen para los dos sujetos: véase Ex 19,13. 8. En Ex 34,6 se presenta la fórmula como autoproclamación del Señor. Otros textos litúrgicos ofrecen con variaciones la fórmula: JI 2,13; Jon 4,2; Sal 86,15; 145,8; Neh9,17.
103,9-10 Empieza el comentario con cuatro oraciones negativas, que no niegan los verbos, sino los adverbios. Acusa y pleitea, pero no perpetuamente; paga y castiga, pero no como merecemos. A la queja de Lam 5,20, a la pregunta de Sal 77,8 responde: "no para siempre"; el doble castigo de Is 40,1 lo corrige: "no como merecemos". La medida del castigo no es el delito, porque su justicia está temperada y superada por la misericordia.
Transposición cristiana.
Este salmo anticipa la revelación por Jesús de la paternidad de Dios, tema central del evangelio de Juan, Puestos a escoger, recordemos el padrenuestro, la oración en la cruz (Lc 23,34), la parábola del hijo pródigo, la revelación de Mt 11,25-27; Lc 10,21 s.
SEGUNDA LECTURA. 1 Jn 4,7-16.
7 Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8El que no ama no tiene idea de Dios, porque Dios es amor.
9De este modo se manifestó entre nosotros el amor de Dios: enviando al mundo a su Hijo único para que tuviésemos vida por su medio.
10Esto define a ese amor: no el haber nosotros amado antes a Dios, sino el habernos él demostrado su amor enviando a su Hijo para que expiase nuestros pecados.
11 Amigos míos, si Dios nos ha amado así, es deber nuestro amamos unos a otros. 12 A la divinidad nadie la ha visto nunca; si nos amamos mutuamente, Dios habita en nosotros y su amor queda realizado en nosotros. I3Ésta es la señal de que habitamos en él y él en nosotros, que nos ha
hecho participar de su Espíritu.
14Nosotros lo hemos contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo al mundo para salvar al mundo.
15Si uno reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios habita en él y él en Dios. 16Por nuestra parte, le hemos dado fe y conocemos el amor que Dios mantiene en nosotros. Dios es amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Explicación.
Dios es la fuente del amor; no se puede comprender la verdadera naturaleza del amor, a menos de reconocer que su origen está más allá del hombre mismo. El amor mutuo prueba que se es hijo de Dios, porque el que ama se comporta como Dios mismo; y sólo el que tiene experiencia del amor puede conocer a Dios, que es amor (8). La afirmación Dios es amor significa que éste no es sólo un aspecto de la actitud o actividad de Dios para con el hombre, sino que en Dios el amor lo es todo, y que todo lo que hace es expresión del amor que constituye su ser. La metáfora inicial de la carta, «Dios es luz» (1,5), se corresponde con la afirmación «Dios es amor»: la luz es el amor/vida (cf. Jn 1,4) en cuanto se manifiesta («brilla»), puede ser conocido y transforma («ilumina») al hombre.
Cada uno ha podido percibir el amor de Dios, por la vida que ha recibido de Jesús (9). El amor es desinteresado y no es una mera respuesta, sino el don de sí mismo; así lo ha demostrado Dios enviando a su Hijo. No es mera respuesta, porque de hecho el hombre no había ofrecido nada a Dios, incapacitado para hacerlo por su conducta injusta, contraria y cerrada al amor, que creaba un obstáculo insuperable para recibir el amor de Dios. Éste, por propia iniciativa, envió a su Hijo para quitar el obstáculo (cf. 2,2) (10).
La respuesta al amor es amar (11), y el amor del hombre necesita ver y comprender, lo que es imposible respecto a Dios (cf. Jn 1,18). Pero el amor mutuo es la señal de que Dios está con los hombres y de que su propósito, la realización del hombre, se cumple (12). La experiencia del Espíritu da conciencia al hombre de esta presencia de Dios en él (13).
Además del testimonio interno del Espíritu, está el externo, el de los testigos presenciales de la vida de Jesús en la tierra, que ha quedado plasmado en el evangelio (Jn 1,32.34; 19,35; 21,24) y que se ha transmitido en la comunidad. El plan de Dios es salvar al mundo por medio de Jesús (Jn 3,17); para salvar,lit, «como Salvador», término helenístico equivalente al hebreo Mesías (cf. Jn 4,25.42) (14). Lo importante es reconocer que el hombre Jesús, que vivió en la historia, es el Hijo de Dios, capaz de revelar a los hombres lo que realmente es Dios. De hecho, Jesús es el que, por amor a los hombres, llegó a dar su vida, traducción en términos humanos del amor infinito e irreversible de Dios por el hombre (15). Dado que Dios es amor, el hombre que ama puede estar seguro de que está unido con Dios (16).
EVANGELIO. Mateo 11,25-30.
25 En aquella ocasión exclamó Jesús:
- Bendito seas, Padre, Señor del cielo y tierra, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla;
26 sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.
27 Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
28 Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro.
29 Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontraréis vuestro respiro,
30 pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
EXPLICACIÓN.
25 - 30. Los intelectuales no entienden las obras del Mesías, pero sí el pueblo sencillo. Es la ausencia de todo interés torcido lo que permite discernir el plan de Dios. (11,19b). Los sabios y entendidos (Is 29,14): sus mezquinos intereses inutilizan su ciencia. Me lo ha entregado todo, cf. 1,23: "Dios con nosotros"; 3,17; "mi Hijo", La relación íntima entre Jesús y el Padre, por la comunidad de Espíritu (3,16); sólo conoce al Padre quien recibe el Espíritu de Jesús y experimenta el amor de Dios como Padre. El conocimiento de Dios a través del estudio de la Ley (sabios y entendidos) no es verdadero conocimiento. Se atribuye al Padre o a Jesús o que depende de la disposición del homre (27). "Cansados y agobiados" por la enseñanza de los sabios y entendidos. Jesús es maestro, pero no domina (28). Yugo, las exigencias que se derivan de su mensaje. Para acercarse a Dios no hay que observar la Ley, basta con acercarse a Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario