2 OPCIONES.
1ª OPCIÓN.
PRIMERA LECTURA. II Crónicas 24,17-25.
17Cuando murió Yehoyadá, las autoridades de Judá fueron a rendir homenaje al rey, éste siguió sus consejos; 18olvidando el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los ídolos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. 19Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones. 20Entonces el Espíritu de Dios se apoderó de Azarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo, y le dijo:
-Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor y él os abandona.
21Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey. 22El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo:
-¡Que el Señor juzgue y sentencie!
23Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, penetró en Judá hasta Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. 24El ejército de Siria era reducido, pero el Señor le entregó un ejército enorme porque el pueblo había abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se vengaron de Joás. 25Al retirarse los sirios, dejándolo gravemente herido, sus cortesanos conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá. Lo asesinaron en la cama y murió. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no le dieron sepultura en el panteón real.
Explicación.
24,17 La muerte de Yehoyadá tiene un efecto semejante a la muerte de Josué, según Jue 2. Se diria que el autor polemiza sobre la capacidad de aconsejar de la nobleza (conocía la historia de Jeremías), en oposición a los sacerdotes.
El cambio de conducta y de situación es violento y no justificado. ¿No sucedió a Yehoyadá un sacerdote competente?, ¿o careció de todo ascendiente benéfico sobre el rey? Precisamente este sucesor, en un arrebato de inspiración profética, fue la ocasión de la catástrofe, por el endurecimiento del rey.
24,20 Al fallar los profetas surge un sacerdote inspirado (como el levita inspirado que pronunció el oráculo en la batalla de Josafat, 20,14). A este profeta se refiere probablemente Mt 23,25.
24,21-22 Se subrayan los agravantes del crimen: en recinto sagrado y contra la ley de la gratitud. A un delito de idolatría ha seguido un delito de sangre (véase el caso de Janani bajo el rey Asá, 16,10); la dinastía y el templo siguen vinculados en la historia. La apelación de Azarías tiene valor de programa: es el sacerdocio y la profecía frente a la realeza (Amós era la profecía frente al sacerdocio y la realeza, Am 7,10-17). ¿Para esto ha salvado Joás la vida y ha reconstruido el templo? Se procura acallar la denuncia profética, pero la sangre sacrílegamente derramada prolonga la demanda de justicia del inocente asesinado.
24,23 Y así sobreviene pronto el castigo, más grave que el descrito en 2 Re y adelantando un poco el de Nabucodonosor: invasión, matanza, saqueo. Recordemos que Asá desató a los sirios, los cuales son ahora ejecutores de la sentencia divina; los cortesanos dan sólo el golpe de gracia. Y así la conspiración contra el profeta se vuelve contra el rey. Con énfasis suena "todos los príncipes, todo el botín".
24,24 Se cumple la maldición conminada en Dt 32,30.
SALMO. 89,4-5.29-34.
4-He sellado una alianza con mi elegido,
jurando a David mi siervo:
5«Te fundaré un linaje perpetuo
y te construiré un trono para todas las edades».
29Le guardaré lealtad eterna
y mi alianza con él será estable.
30Le daré un linaje perpetuo
y un trono duradero como el cielo.
31«Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
32si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
33castigaré con vara sus delitos
y a latigazos sus culpas;
34pero no les retiraré mi lealtad
ni desmentiré mi fidelidad;
Explicación.
89,4-5 Sin introducción suenan palabras de Dios. Toma la iniciativa, elige como vasallo a David, le otorga con juramento (2 Sm 3,9; Sal 110,4; 132,11) una alianza, para él y sus sucesores en el trono.
89,29-30 La lealtad del Señor desborda la vida de David, de cada monarca, asegura una descendencia y un trono. La afirmación va más allá de una mera continuidad y establece una medida cósmica para la fidelidad del Señor y la duración del trono; véanse Sal 45,7; Is 55,3.
89,31-38 Continúa el oráculo divino, añadiendo una condición muy elaborada, cuyo precedente se lee en 2 Sm 7. Con afán de precisión jurídica, establece cláusulas penales y límites de la pena. Se puede mirar de dos modos: la fidelidad radical a la alianza no excluye penas limitadas; o bien: los castigos no anulan ni desmienten el compromiso radical. De paso añade el autor una página de teodicea, justificando el castigo divino a la vez que invita a la esperanza.
89,31-32 El delito se articula en una cuaterna, en la que es original el "profanar". La alianza referida es la del Sinaí, con el pueblo, que también obliga al monarca (Dt 17,18s): se escucha el lenguaje del Deuteronomista.
89,33 Las "varas" permiten un castigo calibrado y numerado, no aniquilan como el fuego o la espada: cfr. Ex 21,20.
89,34-35 Otra cuaterna de sinónimos reafirma enfáticamente la lealtad del Señor. Las formulaciones son originales por los verbos empleados.
Transposición cristiana.
Ya durante la economía antigua se leyó el salmo en clave mesiánica, y así lo han leído los cristianos. Parte del v. 21 se cita en Hch 13,22; 28b se cita en Ap 1,5. Más importantes son las relaciones temáticas: el título de Mesías, la unción, la relación Hijo / Padre, el título de primogénito (Rom 8,29; Col 1,15.18 Ap 1,5; Heb 1,6). Y para meditar el tema de la fidelidad, tenemos Rom 1,5.8; 2 Tim 2,11-13.
Evangelio: Lucas 2,41-51
41 Sus padres iban en peregrinación cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
42 Cuando Jesús había cumplido doce años subieron ellos a la fiesta según la costumbre,
43 y cuando los días terminaron, mientras ellos se volvían, el joven Jesús se quedó en Jerusalén, sin que se enteraran sus padres.
44 Creyendo que iba en la caravana, después de una jornada de camino se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos;
45 al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
46 A los tres días lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
47 Todos los que lo oían estaban desconcertados de sus inteligentes respuestas.
48 Al verlo, quedaron impresionados, y le dijo su madre:
- Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo!
49 Él les contestó:
- ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?
50 Pero ellos no comprendieron lo que les había dicho.
51 Jesús bajó con ellos, llegó a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo aquello en la memoria.
EXPLICACIÓN.
María y José, exactos cumplidores de la Ley (41). A los doce/trece años el niño entraba a formar parte de la comunidad judía y estaba sujeto a la Ley (42). Jesús demuestra su independencia (43). Joven, muchacho, no ya niño (cf. 2.17.27.40: "niño"; 2,12.16: "niño de pecho").
Jesús en una escuela del templo (46). Única vez que Lc llama maestros a los doctores judíos (cf. 5,17.21.30; 7,30); por el momento, es la única enseñanza que existe en Israel; los recaudadores llamarán "maestro a Juan Bautista (3,12); con la manifestación del Mesías caducará la enseñanza judía (7,40; 8,49, etc.) Jesús joven escucha, pregunta y responde como alumno; los asombra con su inteligencia (47: cf. 2,40, "saber"); conoce la tradición de Israel; su ruptura con ella se deberá a su conocimiento crítico.
Reproche de la madre (48). Tu padre, fuerza del vínculo legal y papel que se atribuye a José como educador. No conciben que el Mesías pueda separarse de la tradición representada por ellos: Jesús habla por primera vez en Lc (49) y corrige el dicho de María: él tiene otro Padre. No es el templo como tal (19,46: "cueva de bandidos") el lugar de la presencia divina; ésta queda solamente en la antigua Escritura (lo que es de mi Padre). Tengo que estar: designio divino sobre él. Al llamar a Dios "su Padre", Jesús se independiza de los suyos y rompe con la integración en la cultura religiosa de Israel que éstos han querido efectuar.
No entienden las palabras de Jesús (50). Su autoridad ha quedado relativizada, pero aún no ha llegado el momento de que Jesús manifieste su libertad. María sigue almacenando recuerdos /cf. 2,19), pero sigue sin comprender su significado (51).
2ª OPCIÓN.
Primera Lectura. Isaías 61,9-11
9Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.
Los que vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
11Como el suelo echa sus brotes, como un jardín
hace germinar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y su fama frente a todos los pueblos.
La nueva Jerusalén (Is 49; 54; 60)
10Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona
o novia que se adorna con sus joyas.
Explicación.
61,9 En imagen vegetal, la bendición patriarcal que revela la acción de Dios.
61,11 Más importante es la bendición de la justicia que distinguirá a la estirpe elegida. Se anulará la maldición del pecado (59,9-15); la nueva vid dará el fruto esperado (5,7); en virtud de ella, serán Robles del Justo (61,3). La ciudad, hecha un jardín de justicia, empieza a resonar con cánticos de alabanza que escuchan otros pueblos; porque la alabanza sin la justicia no se aceptaba (1,10-20). La ciudad se podrá llamar Villafiel (1,26) y las puertas Alabanza (60,18).
61,10 Si bien este verso forma inclusión con el 1, por el tema de los novios, prefiero leerlo como introducción a lo que sigue. También se podría leer como transición: entre un mensaje para el puebo y otro para Jerusalén (cambios que suceden varias veces en 40-55). El heraldo se viste como pide la fiesta.
Salmo. 1 Samuel 2,1.4-8.
1Y Ana rezó esta oración:
<<Mi corazón se regocija
por el Señor,
mi poder se exalta por Dios,
mi boca se ríe
de mis enemigos,
porque celebro tu salvación.
4Se rompen los arcos
de los valientes,
mientras los cobardes
se ciñen de valor;
5los hartos se contratan
por el pan,
mientras los hambrientos
engordan;
la mujer estéril
da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos
queda baldía.
6El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
7da la pobreza y la riqueza,
el Señor humilla y enaltece.
8Él levanta del polvo
al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente
entre príncipes
y que herede un trono glorioso,
pues del Señor
son los pilares de la tierra
y sobre ellos afianzó el orbe.
Explicación.
2,1 El comienzo se destaca por su construcción: tres enunciados muy paralelos, morfológicamente en tercera persona, desembocan violentamente en el hemistiquio que hace explícito el diálogo: mente, poder (cuerno), boca, yo-tú. La tercera pieza sirve para cerrar en inclusión el salmo, indicando que el yo anónimo es el rey.
La salvación equivale a la victoria, y así se podría traducir. Véanse Sal 5,12; 9,2; 35,21.
2,5 Véanse Sal 113,9.
2,6 En medio del himno suena esta confesión central: aquí se exalta el Señor, más que en su poderío cósmico. Porque la estéril tiene una matriz muerta (Rom 4,193, dar la fecundidad es hacer revivir. Véase Sal 30,4). Este verso con el siguiente, repitiendo el nombre del Señor, le asigna siete participios comenzados por m-; auténtica concentración de predicados.
2,7 Véase Sal 75,8.
2,8 Véanse Sal 113,7 y 24,2; 75,4; 104,5. Lo cósmico aparece aquí con una estabilidad que contrasta con los cambios de la historia.
Evangelio. Lucas 2,41-51
41 Sus padres iban en peregrinación cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
42 Cuando Jesús había cumplido doce años subieron ellos a la fiesta según la costumbre,
43 y cuando los días terminaron, mientras ellos se volvían, el joven Jesús se quedó en Jerusalén, sin que se enteraran sus padres.
44 Creyendo que iba en la caravana, después de una jornada de camino se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos;
45 al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
46 A los tres días lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
47 Todos los que lo oían estaban desconcertados de sus inteligentes respuestas.
48 Al verlo, quedaron impresionados, y le dijo su madre:
- Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo!
49 Él les contestó:
- ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?
50 Pero ellos no comprendieron lo que les había dicho.
51 Jesús bajó con ellos, llegó a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo aquello en la memoria.
EXPLICACIÓN.
María y José, exactos cumplidores de la Ley (41). A los doce/trece años el niño entraba a formar parte de la comunidad judía y estaba sujeto a la Ley (42). Jesús demuestra su independencia (43). Joven, muchacho, no ya niño (cf. 2.17.27.40: "niño"; 2,12.16: "niño de pecho").
Jesús en una escuela del templo (46). Única vez que Lc llama maestros a los doctores judíos (cf. 5,17.21.30; 7,30); por el momento, es la única enseñanza que existe en Israel; los recaudadores llamarán "maestro a Juan Bautista (3,12); con la manifestación del Mesías caducará la enseñanza judía (7,40; 8,49, etc.) Jesús joven escucha, pregunta y responde como alumno; los asombra con su inteligencia (47: cf. 2,40, "saber"); conoce la tradición de Israel; su ruptura con ella se deberá a su conocimiento crítico.
Reproche de la madre (48). Tu padre, fuerza del vínculo legal y papel que se atribuye a José como educador. No conciben que el Mesías pueda separarse de la tradición representada por ellos: Jesús habla por primera vez en Lc (49) y corrige el dicho de María: él tiene otro Padre. No es el templo como tal (19,46: "cueva de bandidos") el lugar de la presencia divina; ésta queda solamente en la antigua Escritura (lo que es de mi Padre). Tengo que estar: designio divino sobre él. Al llamar a Dios "su Padre", Jesús se independiza de los suyos y rompe con la integración en la cultura religiosa de Israel que éstos han querido efectuar.
No entienden las palabras de Jesús (50). Su autoridad ha quedado relativizada, pero aún no ha llegado el momento de que Jesús manifieste su libertad. María sigue almacenando recuerdos /cf. 2,19), pero sigue sin comprender su significado (51).
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