PRIMERA LECTURA. Hechos 6,1-7 O 1 Juan 1,5 -- 2,2.
HECHOS.
1 Por aquellos mismos días, al crecer el número de los discípulos, se produjo una protesta de los de lengua griega contra los de lengua hebrea, a saber, que en el servicio asistencial de cada día desatendían a sus viudas.
2 Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y les dijeron:
- No está bien que nosotros desatendamos el mensaje de Dios por un servicio de administración.
3 Por tanto, hermanos, escoged entre vosotros a siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y saber, a los que podamos encargar este asunto;
4 nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio del mensaje.
5 La propuesta pareció bien a toda la asamblea, y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía.
6 Los presentaron a los apóstoles, y éstos, imponiéndoles las manos, oraron.
7 El mensaje de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía considerablemente el número de los discípulos; también gran número de sacerdotes respondían con su adhesión.
EXPLICACIÓN.
La Iglesia de Antioquía (6,1-12.25): Por analogía con la iglesia de Jerusalén, Lc distingue la etapa constitutiva de la comunidad (6,1--1,26) de su etapa manifestativa al mundo (11,27-12,25), en paralelo con la concepción (Lc 1,26-38) y el nacimiento de Jesús (2,1-52).
Constitución de la comunidad helenista (6,1-11,26): Comprende la elección de los Siete (6,1-6) con el colofón correspondiente a la iglesia de Jerusalén (6,7), la reacción de las sinagogas helenistas (6,8-15), el testimonio cabal de Esteban (7,1-52) y su martirio (7,54-8,1a), así como la gestación de una nueva iglesia a raíz de la persecución y dispersión de la comunidad helenista (8,1b-3), el cambio profundo que se ha operado en tres personajes, Felipe, Saulo y Pedro (8,4-11,18), y la llegada de los dispersos a Antioquía con la fundación de la iglesia "cristiana" (11,19-26).
1-6. Debido al compromiso alcanzado ("Por aquellos mismos días" es un lazo de unión), crece considerablemente el grupo autóctono; la consiguiente marginación del grupo helenista ("las viudas" representan el estamento más desamparado) causaa fricciones en el seno de la comunidad (1). Los Doce, como responsables de la comunidad hebrea/israelita, convocan el pleno de los discípulos descontentos, que los acusan de haber administrado con parcialidad los cada vez más exiguos bienes comunitarios; la administración es tan absorvente que no les deja tiempo para sus obligaciones como buenos judíos ("oración") ni para la tarea misionera ("mensaje") (2,4).
Proponen que elijan ellos misos a "siete hombres" (el número connota universalidad: recuérdese la designación de "otros setenta" por parte de Jesús, Lc 10,1) con buena reputación en el seno del grupo helenista ("de entre vosotros, de buena fama"), "llenos de Espíritu Santo y saber" (3): "llenos", resultado de "llenarse", comporta un estado de plenitud de Espíritu Santo (cf. Lc 4,1, predicado de Jesús), con vistas al discernimiento comunitario; "saber" (lit. "sabiduría"), habilidad para una buena administración. Los Doce se avienen a crear una administración paralela. La actividad posterior de este grupo no corresponderá a la función administrativa que se les asigna.
La comunidad helenista, dotada de discernimiento espiritual, elige a siete representantes cuyos; todos son griegos, y el primero y el último, englobantes del grupo, llevan determinación: de Esteban se subraya de nuevo que está "lleno de fe y Espíritu Santo" (cf. todavía 6,8.55), presentándolo como el modelo de discípulo; Nicolás es un prosélito, signo de la apertura de ese grupo, "amtioqueno", anticipación de la futura iglesia de Antioquía (5). "Los apóstoles", y no ya "los Doce" (v.2), les confieren la misión (6): "los Siete" participan de la misión universal ("los apóstoles"), pero sin estar integrados en el Israel mesiánico ("los Doce") (cf. Lc 10,1ss).
7. La iglesia de Jerusalén crece espectacularmente tras esa escisión. Los apóstoles siguen identificados con la institución judía y sus tradiciones ("en Jerusalén", en sentido sacral), haciendo proselitismo entre los sacerdotes encargados del culto del templo, una casta muy numerosa y más bien pobre. Otra cosa eran los "sumos sacerdotes", detentadores del poder teocrático.
1 JUAN.
5EI anuncio que le hemos oído a él y que os manifestamos a vosotros es éste: que Dios es luz y que en él no hay tiniebla alguna.
6Si afirmamos estar unidos a él mientras nos movemos en las tinieblas, mentimos, y nuestra conducta no es auténtica. 7En cambio, si nos movemos en la luz, como él está en la luz, estamos unidos unos con otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos va limpiando de todo pecado.
8Si afirmamos no tener pecado, nosotros mismos nos extraviamos y no llevamos dentro la verdad. 9Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, cancela nuestros pecados y nos limpia de toda injusticia.
10Si afirmamos no haber pecado nunca, dejamos a Dios por embustero y no llevamos dentro su mensaje.
21Hijos, os escribo esto para que no pequéis; pero, en caso de que uno peque, tenemos un defensor ante el Padre, Jesús, Mesías justo, 2que ha expiado nuestros pecados, y no, sólo los nuestros, sino también los del mundo entero.
Explicación.
1,5-2,11. Dios es luz, sin artíc., para expresar cualidad (5). Luz, que se identifica con la vida Un 1,4: «la vida era la luz del hombre»), implica manifestación Un 1,4: «la luz brilla») y comunicación Un 1,9: «ilumina a todo hombre»). Dios se da a conocer, y en ese conocimiento revela lo que es. La segunda sentencia, que excluye de Dios todo aspecto negativo: y en él no hay tiniebla alguna, indica que la revelación es completa. Aunque sea imposible abarcar la realidad divina, dentro de la limitación humana se puede conocer lo que realmente es Dios y excluir lo que no es.
En consecuencia, la primera condición para estar unido a Dios es aceptar la comunicación divina (la luz que ilumina), que va transformando al hombre asemejándolo a Dios; si no existe esa semejanza, es falsa la unión con Dios que se afirma (6). Vivir en la luz que es la vida produce el compartir esa vida unos con otros.
Esto no hace impecables, pero mantiene unidos a Dios, y la conciencia de pecado no domina la existencia (cf. 3,19-24) (7). Los pecados ocasionales no crean una barrera entre Dios y el hombre.
De hecho, la muerte-resurrección de Jesús ha cambiado de raíz la relación del hombre con Dios; la supresión de la Ley y el don del Espíritu como respuesta a la opción libre de! hombre (Jn 2,1-11) crea una comunión de vida con Dios, expresada en la relación Padre-hijo, que se mantiene mientras el hombre no revoque su opción.
Para formular esto el autor usa dos metáforas. La primera (ausente en el Evangelio de Juan) está tomada del sistema sacrificial judío: la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado (cf. 2,2: expía nuestros pecados). La segunda, la imagen del juicio, donde Jesús aboga en favor de los suyos (2,2: tenemos un defensor).
Según Lv 17,11, la sangre «expía» mediante la vida que se dice estar «en» la sangre. La fuerza de vida de Jesús (el Espíritu/amor) liberada por su muerte, acto supremo de amor, de los límites individuales, actúa eliminando gradualmente la injusticia de la conducta en los que dan la adhesión a Dios a través de él.
Nadie es perfectamente coherente con su compromiso cristiano, y todos han tenido parte en la injusticia del mundo (tener pecado) (8); en quien lo reconoce, Dios no sólo cancela el pasado pecador, sino que elimina la injusticia interior, que vicia la relación con Dios y con los hombres (cf. Jr 40,8); fiel, porque cumple sus promesas; justo, porque no tolera la injusticia y ayuda a salir de ella (9). Los disidentes que proclaman ser y haber sido impecables niegan la necesidad de salvación (cf. Jn 8,37) (10).
Confianza del autor (2,1: Hijos, lit. «hijitos»). Actuar injustamente o hacer daño a otros no se compagina con la vida cristiana (para que no pequéis), pero, en todo caso, el perdón está asegurado (2,1-2) para los que viven en la luz (cf. 1,7), es decir, para los que mantienen la opción. Defensor, sentido del gr. parakletos en contexto judicial; cf. Jn 14,16,26; 15,26; 16,7 (“valedor”, más general). La defensa de Jesús es válida porque el pecado, obstáculo para el acceso a Dios, ha sido virtualmente eliminado por su muerte.
SALMO. 33,1-2.4-5.18-19.
1 Alabad, justos, al Señor,
que la alabanza es cosa de hombres rectos.
2 Dad gracias al Señor con la cítara,
tañed para él el arpa de diez cuerdas.
4 Que la palabra del Señor es recta
y toda su actividad está acreditada.
5 Ama la justicia y el derecho
y su misericordia llena la tierra.
18 Mira: el ojo del Señor sobre sus fieles,
que esperan en su misericordia,
19 para librar su vida de la muerte
y mantenerlos en tiempo de hambre.
Explicación.
33,1-3 y 20-22 Forman el marco. De alguna manera el comienzo mira al pasado para cantarlo, el final queda a la expectativa del futuro. Los invitados son al principio los hombres rectos y honrados, no toda la comunidad. Al final entra la primera persona, como respondiendo a la invitación inicial, o como impresionados por el contenido del himno. Un "canto nuevo" puede sugerir la ocasión nueva o el tema o la melodía; la fórmula se vuelve convencional: Sal 40,4; 96,1; 144,9; 149,1.
33,4-5 Del Señor quiere decir mucho en poco espacio y lo estiliza en tres aspectos: "palabra - obra - amor". Al principio insiste en la "justicia": ¿por què? El salmo va a presentar a un Dios que parece discriminar pueblos, parece elegir arbitrariamente, parece complacerse en el fracaso humano. Aunque el salmo no se ocupa de teodicea, quiere asentar como programa la justicia de su Dios en palabras, obras y sentimientos. A la justicia acompaña la misericordia, para que no sea despiadada ni inexorable; retoma en los vv. 18 y 22.
33,4 Sal 11,7.
33,18-19 El destino del pueblo escogido es un sistema de contrastes. A la derrota militar no se opone la victoria militar de Israel, sino la intervención del Señor. A la mirada universal escrutadora, la mirada protectora. Todo lo domina la "misericordia", que alcanza el límite último de la vida y la muerte.
33,19 También el rey de Israel puede fracasar en sus planes, si ésos no respetan el designio del Señor. En tiempo de guerra y en tiempo de hambre lo importante es "confiar" en el Señor, cuyo "designio" es "conservar la vida": Gn 50,20. Por eso al final del salmo se impone la "esperanza" y "confianza" enla "misericordia" del Señor.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Podemos fijarnos en la escena de Getsemaní: en la oración de Jesús para aceptar el designio del Padre; en el intento armado de un discípulo contra el plan de Dios. En el prólogo de Juan, 1,3 se cita o se alude a los versos 6.9 del Salmo.
EVANGELIO. Juan 6,16-21.
16. Al anochecer bajaron sus discípulos al mar,
17. se montaron en una barca y se dirigieron a Cafarnaún. (Los había cogido la tiniebla y aún no se había reunido con ellos Jesús;
18. además, el mar, por un fuerte viento que soplaba, estaba picado.)
19. Habían ya remado unos cinco o seis kilómetros cuando percibieron a Jesús que, andando sobre el mar, se acercaba a la barca, y les entró medio;
20. pero él les dijo:
-Soy yo, no tengáis miedo.
21. Al querer ellos recogerlo en la barca, inmediatamente se encontró la barca en la tierra adonde iban.
EXPLICACIÓN
Ante la negativa de Jesús a ser hecho rey, los discípulos desertan de él; la tiniebla, la ideología del poder, propia del sistema opresor, cuyos falsos valores profesan (16-17). Jesús no los abandona (amor leal) (19); andar sobre el mar, manifestación de la divinidad de Jesús (Job 9,8; 38,16). Sienten miedo porque aún no comprenden su amor. Yo soy: el Mesías, el Hombre-Dios. En cuanto intentan recogerlo en la barca (21), ésta se encuentra en terreno firme: al aceptar a Jesús llegan a la tierra adonde él pretendía llevarlos con su éxodo.
SÍNTESIS.
El acaparamiento de los bienes creados, el sentido de propiedad privada, crea la necesidad. Frente a la sociedad injusta, que provoca la miseria, propone Jesús su alternativa: la abundancia se consigue rompiendo con el egoísmo acaparador y compartiendo lo que se tiene. El amor, expresado en el compartir generoso, hace crecer a los hombres, devolviéndoles su dignidad y su independencia. Esto es labor de todos, hay que continuar la generosidad indefinidamente. La dificultad está en que muchos no quieren asumir su parte de responsabilidad en la tarea común. Prefieren una figura de poder que les asegure la vida. La solución a la injusticia, sin embargo, no se encuentra en el poder de uno que mande, sino en el amor de todos.
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