Primera Lectura. Hebreos 9,2-3.11-14 O 1 Corintios 1,26-31.
Hebreos 9,2-3.11-14
2De hecho se construyó un tabernáculo, el primero, donde estaban el candelabro, la mesa y los panes presentados -éste se llama el Santo- 3y detrás de la segunda cortina el tabernáculo llamado el Santísimo;
11El Mesías, en cambio, presentándose como sumo sacerdote de los bienes que habían de venir, mediante el tabernáculo mayor y más perfecto, no hecho por hombres, es decir, no de este mundo creado,12y mediante sangre no de cabras y becerros, sino suya propia, entró de una vez para siempre en el santuario, consiguiendo una liberación definitiva.
13Pues si la sangre de cabras y toros y unas cenizas de becerra, cuando rocían a los impuros, los consagran confiriéndoles una pureza externa, 14¿cuánto más la sangre del Mesías, que con decisión irrevocable se ofreció él mismo a Dios como sacrificio sin defecto, purificará nuestra conciencia de las obras de muerte, para que demos culto al Dios vivo?
Explicación.
La misma construcción del templo antiguo (cf. Éx 26-26; 30,16; 16,33; Nm 17,8-10), en que el lugar de la presencia de Dios no tenía entrada directa y estaba vedado a todos, excepto a una persona, mostraba que el acceso a Dios no estaba patente (2-3).
Acto sacerdotal del Mesías, en contraste con la ineficacia del antiguo culto: el nuevo tabernáculo o lugar del encuentro con Dios es la humanidad resucitada de Jesús; la nueva sangre es la suya, derramada en la cruz; así entra en la presencia de Dios y obtiene la liberación definitiva. El autor expone así en símbolos sacerdotales la realidad existencial de Jesús: haber aceptado morir como un criminal por fidelidad a Dios y amor a los hombres fue el acto que lo transformó, realizándolo totalmente; su resurrección lo situó en la esfera divinam, y con el don del Espíritu libera definitivamente a los hombres del pecado (liberación definitiva). El templo y culto terrestres carecen de sentido; culto a Dios es la propia vida ofrecida como la de Jesús, por amor a los hombres (11-12).
Los ritos exteriores no dan sino pureza exterior; sólo la acción del Mesías, que asegura el perdón de Dios, descarga la conciencia del lastre del pecado, capacitando a los hombres para acercarse a Dios. El acceso a Dios se identifica con la relación Padre-hijo, que se instaura cuando el hombre recibe el Espíritu (13-14).
1 Corintios 1,26-31.
26Y si no, hermanos, fijaos a quiénes os llamó Dios: no a muchos intelectuales, ni a muchos poderosos, ni a muchos de buena familia; 27todo lo contrario: lo necio del mundo se lo escogió Dios para humillar a los sabios; y lo débil del mundo se lo escogió Dios para humillar a lo fuerte; y lo plebeyo del mundo, lo despreciado, se lo escogió Dios: lo que no existe, para anular a lo que existe, 29de modo que ningún mortal pueda enorgullecerse ante Dios.
30Pero de él viene que vosotros, mediante el Mesías Jesús, tengáis existencia, pues él se hizo para nosotros saber que viene de Dios: honradez y, además, consagración y liberación, 31 para que, como dice la Escritura: "El que está orgulloso, que esté orgulloso del Señor" (Jr 9,22).
EXPLICACIÓN.
Si la doctrina de la cruz hubiera de conocerse por especulación intelectual, no existiría esta comunidad de gente humilde (26-29). Ellos lo deben todo a Dios, y su existencia confunde al orgullo del mundo. Jesús les ha dado todo lo que son y él lo es todo para ellos (30). De ahí que su único orgullo haya de ser pertenecer al Señor (cf. Jr 9,22s) (31).
Salmo 47,2-3.6-9.
2 Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo
3 porque el Señor es altísimo y terrible,
emperador de toda la tierra.
6 Ascendió Dios entre aclamaciones,
el Señor a toque de trompeta.
7 Tañed para Dios, tañed,
tañed para nuestro rey, tañed,
8 porque Dios es rey de toda la tierra:
tañed con maestría.
9 Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su santo trono.
Explicación.
47,2 En un invitatorio clásico figuran como destinatarios todos los pueblos. Si debieran aclamar solo a ´elohim= Dios, no sería extraño; pero el verso inmediato individualiza. La invitación suena como hipérbole, quizá como utopía.
47,3 Nombre y títulos. Se llama Yhwh, es el "Altísimo": cfr. Gn 14,18-22, y 21 veces en el salterio. Es "terrible", impresionante, temible por su poder, respetable por su majestad. Es "emperador" universal: para el título humano, is 36,4.13.
47,6 El verbo está en perfecto; es uno de los verbos clásicos de la salida de Egipto hacia Canaán. Sueja a paradoja que el Dios "Altísmo" ascienda.
47,9 El trono está en el cielo (Sal 93,2; 103,19; Is 66,1), en Jerusalén o SIón (Jr 17,12), en el templo (Is 6,1; Ez 43,7).
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA
El tema de la realeza, de Dios Padre y de Jesucristo, atraviesa el NT y culmina en el Apocalipsis. El tema de la ascensión, sin perder su carácter de símbolo, adquiere un realismo nuevo aplicado a Cristo. Es el gran principio narrativo unificador de Lc 9,51 en adelante. También suena en Ef 4,9; Flp 2,5-11. La liturgia canta este salmo en la fiesta de la Ascensión.
Evangelio. Marcos 3,20-21.
Reacciones populares a la iniciativa de Jesús
20Fue a casa, y se reunió de nuevo tal multitud de gente que no podían ni comer. 21Al enterarse los suyos se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio.
Explicación.
La constitución del Israel mesiánico, que sustituye e invalida al antiguo (1,15; 2,21s), es un desafío a las autoridades judías. La opinión popular se divide. Una multitud, evidentemente descontenta del sistema, se apiña «en casa» (gr. oikos, cf 2,1; ahora la casa del Israel mesiánico). Los allegados de Jesús, en cambio, juzgan su acción una locura e intentan impedir su actividad.
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