Primera Lectura. Efesios 2,12-22.
12recordad que no teníais un Mesías, que estabais excluidos de la ciudadanía de Israel y erais ajenos a las alianzas, sin esperanza en la promesa ni Dios en el mundo.
13Ahora, en cambio, gracias al Mesías Jesús, vosotros los que antes estabais lejos estáis cerca por la sangre del Mesías, 14porque él es nuestra paz: él, que de los dos pueblos hizo uno y derribó la barrera divisoria, la hostilidad, 15aboliendo en su vida mortal la ley de los minuciosos preceptos; así, con los dos, creó en sí mismo una humanidad nueva, estableciendo la paz, 16y a ambos, hechos un solo cuerpo, los reconcilió con Dios por medio de la cruz, matando en sí mismo la hostilidad.
17Por eso su venida anunció la paz a los que estabais lejos y la paz a los que estaban cerca (Is 57,19), 18pues gracias a él unos y otros, por un mismo Espíritu, tenemos acceso al Padre.
19Por tanto, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los consagrados y familia de Dios, 20pues fuisteis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, con el Mesías Jesús como piedra angular. 21Por obra suya la construcción se va levantando compacta, para formar un templo consagrado por el Señor; 22y también por obra suya vais entrando vosotros con los demás en esa construcción, para formar por el Espíritu una morada para Dios.
EXPLICACIÓN.
12-22. La humanidad pagana, en el desamparo; Israel, privilegiado (11-12). Jesús Mesías acerca a los paganos y libera a Israel de su privilegio, que era su carga; se concretaba en la Ley, causa de división racial, religiosa y cultural, que aislaba a Israel en un intransigente particularismo. La muerte del Mesías a manos de la Ley sella el fin de ésta; cesa la hostilidad que ella causaba. La nueva humanidad, liberada de la Ley, barrera divisoria, integra a todos los pueblos y, unida, puede reconciliarse con Dios. El Espíritu, vínculo de unión entre los hombre y de éstos con el padre (13-18).
La nueva humanidad unida, procedente de judíos y paganos, es la familia de Dios. Apóstoles y profetas, los carismas principales en la comunidad cristiana (Ef 4,11; cf. 1 Cor 12,28). El nuevo templo, la humanidad unificada por Jesús Mesías (piedra angular) y consagrada por el Espíritu (cf. 1 Pe 2,4-8) (19-22).
Salmo. 85,9-14.
Justicia y Paz se besan;
12Fidelidad brota de la tierra,
Justicia se asoma desde el cielo.
13Pues el Señor dará la prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
14Justicia caminará delante de él
encaminando sus pasos.
Explicación.
Evangelio. Lucas 12,35-38.
35 Tened el delantal puesto y encendidos los candiles;
36 pareceos a los que aguardan a que su Señor vuelva de la boda, para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame.
37 ¡Dichosos esos siervos si el señor al llegar los encuentra despiertos! Os aseguro que él se pondrá el delantal, los hará recostarse y les irá sirviendo uno a uno.
38 Si llega entrada la noche o incluso de madrugada y los encuentra así, ¡dichosos ellos!
Explicación.
Estimula el sentido de responsabilidad de los suyos recordándoles los momentos de encuentro con él. El vocabulario y los usos culturales (37: siervos; 38: división de la noche en tres partes) muestra que la exhortación se dirige a los discípulos de procedencia judía (los Doce). Disposición ininterrumpida al servicio (35). La boda (36), el Reino definitivo: desde él Jesús viene a visitar a su comunidad. El encuentro se verifica en común en la eucaristía y, para cada uno en particular, en el momento de la persecución y de la muerte. En cada momento la comunidad tiene que estar preparada para recibir al Señor. No viene para juzgar, sino para servir a los suyos, que, a su vez, deberán servir a otros (22,26s) (37s).
12recordad que no teníais un Mesías, que estabais excluidos de la ciudadanía de Israel y erais ajenos a las alianzas, sin esperanza en la promesa ni Dios en el mundo.
13Ahora, en cambio, gracias al Mesías Jesús, vosotros los que antes estabais lejos estáis cerca por la sangre del Mesías, 14porque él es nuestra paz: él, que de los dos pueblos hizo uno y derribó la barrera divisoria, la hostilidad, 15aboliendo en su vida mortal la ley de los minuciosos preceptos; así, con los dos, creó en sí mismo una humanidad nueva, estableciendo la paz, 16y a ambos, hechos un solo cuerpo, los reconcilió con Dios por medio de la cruz, matando en sí mismo la hostilidad.
17Por eso su venida anunció la paz a los que estabais lejos y la paz a los que estaban cerca (Is 57,19), 18pues gracias a él unos y otros, por un mismo Espíritu, tenemos acceso al Padre.
19Por tanto, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los consagrados y familia de Dios, 20pues fuisteis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, con el Mesías Jesús como piedra angular. 21Por obra suya la construcción se va levantando compacta, para formar un templo consagrado por el Señor; 22y también por obra suya vais entrando vosotros con los demás en esa construcción, para formar por el Espíritu una morada para Dios.
EXPLICACIÓN.
12-22. La humanidad pagana, en el desamparo; Israel, privilegiado (11-12). Jesús Mesías acerca a los paganos y libera a Israel de su privilegio, que era su carga; se concretaba en la Ley, causa de división racial, religiosa y cultural, que aislaba a Israel en un intransigente particularismo. La muerte del Mesías a manos de la Ley sella el fin de ésta; cesa la hostilidad que ella causaba. La nueva humanidad, liberada de la Ley, barrera divisoria, integra a todos los pueblos y, unida, puede reconciliarse con Dios. El Espíritu, vínculo de unión entre los hombre y de éstos con el padre (13-18).
La nueva humanidad unida, procedente de judíos y paganos, es la familia de Dios. Apóstoles y profetas, los carismas principales en la comunidad cristiana (Ef 4,11; cf. 1 Cor 12,28). El nuevo templo, la humanidad unificada por Jesús Mesías (piedra angular) y consagrada por el Espíritu (cf. 1 Pe 2,4-8) (19-22).
Salmo. 85,9-14.
9Voy a escuchar lo que dice Dios:
el Señor propone* la paz
a su pueblo, a sus leales,
a los que recobran la esperanza.
10Ya se acerca su Salvación a sus fieles,
para que la Gloria habite en nuestra tierra.
11 Lealtad y Fidelidad se encuentran, Justicia y Paz se besan;
12Fidelidad brota de la tierra,
Justicia se asoma desde el cielo.
13Pues el Señor dará la prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
14Justicia caminará delante de él
encaminando sus pasos.
Explicación.
85,9
Alguien en la asamblea escucha y comunica el oráculo de respuesta (Sal
81.6c); sólo que Dios no toma la palabra en primera persona. Por eso,
los versos 10-14 podrían ser comentario litúrgico. Es un mensaje "de
paz": Dios los ha reconciliado. Se dirige a un pueblo que responde con
su "lealtad" a la lealtad divina y con su "esperanza" a las promesas.
"Recobran" o se convierten a la esperanza. * O: anuncia.
85,10-14
Es una escena de transfiguración poética. Definen el horizonte "cielo y
tierra"; los personajes apenas se mueven; Justicia aparece tres veces.
Compárese esta escena con la de Is 32,16s. ¿Son cualidades divinas o
virtudes humanas? Divina es Gloria, y acción suya Salvación; las otras
las posee ejemplarmente y se las comunica al hombre para su bienestar
íntegro.
85,10 "Está cerca": véase Is 56,1. La Gloria vuelve a habitar en el templo: se ha de entender sobre el fondo de Ez 10 Y 43.
85,11 Por la ley del paralelismo, los dos verbos se predican de todos los sujetos.
85,12
Señala la dimensión vertical y cósmica de la escena. "Brotar" es imagen
de ascendencia ilustre: léanse Is 45,8; 61,11, una cosecha de virtudes
humanas.
85,13
La prosperidad abarca también el campo material: Sal 72,16. Dios, el
dador, da "el bien", que en el caso presente es la lluvia; véase Is
55,10.
85,14
Ahí pudo terminar la escena, cuando sobreviene algo inesperado: el
Señor se pone en camino, y por delante, abriéndole paso, avanza
Justicia. El final es sorprendente: el Señor cuya Gloria reside en el
templo sigue caminando por la historia. Otros corrigen y leen en el
segundo hemistiquio paz o rectitud.
Trasposición cristiana.
No
encuentro en el NT una escena tan sugestiva, pero encuentro dispersas
todas las cualidades mencionadas. Véanse entre otros muchos Rom 14,17;
Heb 5,9; Lc 2,30. Algunos Padres aplican el v. 13 al nacimiento del
Mesías. Evangelio. Lucas 12,35-38.
35 Tened el delantal puesto y encendidos los candiles;
36 pareceos a los que aguardan a que su Señor vuelva de la boda, para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame.
37 ¡Dichosos esos siervos si el señor al llegar los encuentra despiertos! Os aseguro que él se pondrá el delantal, los hará recostarse y les irá sirviendo uno a uno.
38 Si llega entrada la noche o incluso de madrugada y los encuentra así, ¡dichosos ellos!
Explicación.
Estimula el sentido de responsabilidad de los suyos recordándoles los momentos de encuentro con él. El vocabulario y los usos culturales (37: siervos; 38: división de la noche en tres partes) muestra que la exhortación se dirige a los discípulos de procedencia judía (los Doce). Disposición ininterrumpida al servicio (35). La boda (36), el Reino definitivo: desde él Jesús viene a visitar a su comunidad. El encuentro se verifica en común en la eucaristía y, para cada uno en particular, en el momento de la persecución y de la muerte. En cada momento la comunidad tiene que estar preparada para recibir al Señor. No viene para juzgar, sino para servir a los suyos, que, a su vez, deberán servir a otros (22,26s) (37s).
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