La procesión de las Palmas: Mt 21,1-11.
1 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos,
2 diciéndoles:
- Id a la aldea de enfrente y encontraréis en seguida una borrica atada, con un pollino; desatadlos y traédmelos.
3 Y si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita, pero que los devolverá cuanto antes.
4 Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:
5 Decid a la ciudad de Sión:
Mira a tu rey que llega,
sencillo, montado en un asno,
en un pollino, hijo de acémila (Is 62,11; Zac 9,9).
6 Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús;
7 trajeron la borrica y el pollino, les pusieron encima los mantos y Jesús se montó.
8 La mayoría de la gente se puso a alfombrar la calzada con sus mantos; otros la alfombraban con ramas que cortaban de los árboles.
9 Y los grupos que iban delante y detrás gritaban:
- ¡Viva el Hijo de David!
- ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (Sal 118,25-26).
- ¡Sálvanos desde lo alto!
10 Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba agitada:
- ¿Quién es éste?
11 Las multitudes contestaban:
- Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
EXPLICACIÓN.
1 - 11. La narración está centrada en la índole del Mesías que llega. Iniciativa de Jesús para procurarse cabalgadura, según el oráculo profético. Ciudad de Sión, lit. "hija de Sión" (Is 62,11; Zac 9,9; Jr 4,31), modismo profético hebreo que personifica a una ciudad con sus habitantes (4s). Reacción de la multitud, contraria al simbolismo del borrico. Extender los mantos en el suelo, acto de sumisión, entrega del poder (2 Re 9,4s.13). Esperan una realeza guerrera (el Hijo de David). Bendito el que viene (Sal 118,25s), aclamación al vencedor. La reacción de la ciudad se describe con el verbo usado para los temblores de tierra (10). Se preguntan por la identidad de Jesús. La multitud lo identifica con el profeta anunciado, el segundo Moisés (Dt 18,15.18); no espera ruptura sino continuidad con las instituciones.
Primera Lectura. Isaías 50,4-7.
4Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.
5El Señor me abrió el oído:
yo no me resistí ni me eché atrás:
6ofrecí la espalda
a los que me apaleaban, las mejillas
a los que me mesaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos.
7El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
Explicación.
50,4-7 Un personaje anónimo toma la palabra: ¿es, quizá, el siervo del cap. 49? No lleva ese título, pero se asemeja a él; no se llama profeta, pero narra su vocación como la de un profeta: para la palabra (cfr. Jr 1,2.7.9; 15,16.19; 17,15; 20,8s); sufrimientos de la misión (Jr 1,8.17; 10,17s; 17,17s; 18,18; 20,7-10); confianza en el Señor (Jr 15,20s; 20,11-13).
50,4 La misión de consolar: 40,1. El profeta vive a la escucha, porque no dispone a su antojo de provisiones de palabras.
50,5 El Señor modela enteramente a su profeta: oído y lengua. Y éste no opone resistencia: tal es su justificación. Tampoco resiste a las injurias humanas. Es su segunda justificación.
Salmo. 22,8-9.17-20.23-24.
8 al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
9 "Acudió al Señor, que lo pongas a salvo,
que lo libre si tanto lo quiere".
17 Me acorralan mastines,
me cerca una banda de malhechores.
Me taladran manos y pies,
18 y puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes:
19 se reparten mis vestidos,
se sortean mi túnica.
20 Pues tú, Señor, no te quedes lejos,
fuerza mía, apresúrate a socorrerme;
23 Contaré tu fama a mis hermanos,
en plena asamblea te alabaré.
24 "Fieles del Señor, alabadlo,
linaje de Jacob, glorificadlo,
reverenciadlo, linaje de Israel
Explicación.
22,9 Esas palabras son burla del hombre y desafío de Dios. En boca de los adversarios convierte el poeta la sátira pretendida en elogio involuntario. Desarrolla el tema Sab 2,12-18.
22,17 "Cavan": el hebreo dice "como un león". Diversas correcciones y explicaciones se han propuesto: atar, para que no pueda pelear ni huir; perforar, atravesar, a la luz del relato evangélico. La imaginación puede salvar como metáfora el significado normal "cavar": los mastines a dentelladas abren brechas en antebrazos y pantorrillas.
22,19 Se incautan hasta de la ropa del condenado. Mantos y vestidos podían formar parte del botín de guerra: Jue 5,30; Jos 7,21; 2 Re 7,15.
22,23 "Hermanos" son los miembros del pueblo; designación corriente en Dt.
Segunda Lectura. Filipenses 2,6-11.
Evangelio. Mateo 26,14 -- 27,66 o* Mateo 27,11-54.
(Mc 14,53-65; Lc 22,54-55.63-71; Jn 18,12-14.19-24)
57 Los que detuvieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás el sumo sacerdote, donde se habían congregado los letrados y los senadores. 58 Pedro lo fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo Sacerdote, entró dentro y se sentó con los guardias para ver el fin.
38Crucificaron entonces con él a dos bandidos, uno a la derecha y el otro a la izquierda.
(Mc 15,42-47; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42)
EXPLICACIÓN.
26 Judas pide dinero por entregar a Jesús (14s); no ha hecho la opción por la pobreza (5,3; 6,24). Treinta monedas de plata, precio de un esclavo (Zac 11,12; Éx 21,32).
36-46. Segunda vez que Jesús ora (cf. 14,23). Reverso de la medalla de la transfiguración. Los mismos tres testigos (36s). Me muero de tristeza (38), cf. Sal 42,6, grito de dolor de un israelita cautivo al ver a su Dios menospreciado por los paganos porque no lo libera de! cautiverio. En paralelo, la angustia de Jesús: e! Padre, si no lo salva de sus enemigos, será ultrajado. Los hombres esperan un Dios que muestre su potencia; si Jesús muere condenado, despreciarán al Dios de quien se fiaba (27,43.46). Los discípulos deben aceptar con él e! aparente fracaso de esa muerte (38). La petición -de Jesús, condicionada al designio divino (39). Sueño de los discípulos: falta de identificación con Jesús. Vencer la tentación de! mesianismo triunfante (4,1-11). Alusión a las bravatas de Pedro (26,33-35) (40). Realícese tu designio, cf. 6,10. Ha llegado el momento, cf. 17,22s.
47-56. Un traidor en e! Israel mesiánico (uno de los Doce). La turba, enviada por los que se habían confabulado para dar muerte a Jesús (26,3). Rabbí, según las categorías judías con las que Judas no ha roto (49). Amigo, como en 20,13, e! que trabaja por lucro, y 22,12, el que no llevaba el traje de fiesta (50). Jesús se entrega sin resistencia. Intento de usar la violencia para impedirlo (51): no comprenden el mesianismo de Jesús. En el siervo/representante del sumo sacerdote, quieren
atacar al jefe de la institución (51). La violencia engendra violencia (52). Jesús ha renunciado a pedir la intervención divina (53). Jesús reprocha a la multitud su conducta con él (cf. 21,23) (55). Las profecías (56) del servidor de Dios (Is 52,13-53,12; Cf. Mt 3,18). Fuga de los discípulos.
57-68. Los letrados, aliados de los sacerdotes (57). Pedro no lo sigue como discípulo (de lejos). Espera que algo imprevisto impida la muerte de Jesús (58). Ninguna acusación real, buscan falsos testimonios (59s). Jesús había predicho la destrucción del templo (21,13; 24,2), pero no por obra suya. Pregunta del sumo sacerdote (cf. 16,16). Respuesta afirmativa de Jesús, precisando la identidad entre el Mesías y el Hombre y la consecuencia de su rechazo. Dios está con él y en contra de ellos y de la institución que representan. La llegada que va a ver se verificará en la destrucción de Jerusalén y del templo (21,41; 22,7) (64). Acusación de blasfemia y pena de muerte (64; d. 65-66). El odio acumulado se desata en ultrajes (67-68).
69-75. También Pedro es acusado. Negación pública delante de todos (70). Rechazo total: no sé quién es ese hombre (cf. 25,12) (72). Acosado, refuerza su negación con maldiciones y juramentos. Abandona el palacio y con él la institución judía y su ideología mesiánica. Llanto de arrepentimiento (75).
27 1-2. La sesión de la mañana ratifica la sentencia. Para ejecutaría, lo llevan a Pilato.
3-10. Remordimiento de Judas. Treinta monedas de plata (26,14-16). La retractación del delator debía poner en cuestión el juicio celebrado antes. Los dirigentes no hacen caso (4), van a llevar adelante el proceso de Jesús. Judas ha sido sólo un instrumento. Su gesto es una
denuncia. Ejecuta en sí mismo la sentencia (5; cf. 2 Sm 17,23). Los sumos sacerdotes, minuciosos observantes de la Ley (Dt 23,18). El texto citado es de Zac 11,13. Mt lo atribuye a Jeremías (cf. Jr 18,2s; 32,7-9) para ponerlo en paralelo con 2,18: Judas, que representa el pueblo infiel a Dios y al Mesías, corresponde a los hijos de Raquel cuya muerte provoca el amargo lamento.
11-14. El gobernador está al tanto de la acusación, distinta de la de blasfemia propuesta en el tribunal judío (26,65). El rey de los judíos, cf. 2,2. El silencio de Jesús domina la escena. Expresa su ruptura con la institución judía y la aceptación de su muerte.
15-26. Propuesta de Pilato para poner en libertad a Jesús (16-18). Contraste entre los nombres (17). Los dirigentes judíos ven en Jesús un rival (18). Ante la traición de Israel, Dios habla al paganismo (19). Las multitudes que nunca habían dado plena adhesión a Jesús, manipuladas
por los dirigentes (d. 12,43-45); arrastradas por ellos, van a ser cómplices en el asesinato del Mesías (21,39) y van a perder el reinado de Dios (21,43). Se ponen del lado de sus opresores; renuncian a toda esperanza de liberación (20-23). El juez cede a la presión y comete la injusticia. El pueblo asume la responsabilidad de la muerte de Jesús (cf. Lv 20,9; Jos 2,19) (24-26).
27-32. Los soldados ridiculizan en Jesús la esperanza mesiánica de Israel. De hecho éste ha rechazado al Mesías liberador: no le queda más que la esclavitud (27-31). Mientras Simón Pedro ha renegado de Jesús (26,6 -75), Simón Cirineo carga con su cruz (32), según las condiciones de seguimiento (16,24). Cada uno de ellos corresponde a uno de casos expuestos en 7,24-27.
33-44. Lugar de la ejecución (33). El vino con hiel, otra muestra de odio (d. Sal 69,21s). Reparto de la ropa (Sal 22,19). El letrero reproduce la acusación formulada por Pilato (27,11). La frase está construida en paralelo con la del bautismo y la transfiguración: Éste es mi Hijo (3,17; 17,5): el rey-Mesías designado por Dios. No el Mesías triunfador y guerrero, sino el Hombre que da su vida para liberar a todos los hombres (20,28). Bandidos (38), apelativo de los nacionalistas fanáticos. Los ultrajes (39-44): Primer grupo, la gente del pueblo (39-40) repite la
acusación formulada en el juicio ante Caifás (26,61): Jesús, un peligro para la institución. La prueba de ser Hijo de Dios (d. 4,3.6) sería librarse de la muerte; no conciben que Jesús dé su vida voluntariamente. Segundo grupo, los dirigentes (41-43). También ellos le echan en cara su impotencia; para ellos, la razón se muestra con la fuerza. Le piden el milagro (12,38). Con palabras del Salmo 22 se burlan de su confianza en Dios. Ellos han vencido, luego Dios está con ellos; descrédito del verdadero Dios (d. 26,38). Tercer grupo, los compañeros de suplicio (44). Nadie comprende el sentido de su muerte, ven en ella la derrota.
El centurión y los soldados (54): el paganismo. Terror (cf. 17,6). La cruz es la revelación de Dios a los paganos. Las mujeres (SS-56), desde lejos, como Pedro, seguían a Jesús (26,58): desconcierto y duda. La madre de los Zebedeos, que manifestó la ambición de gloria y poder
(20,20s), no estará presente en la sepultura ni será testigo de la resurrección (27,61; 28,1).
57-61. Caída la tarde, la hora de la cena (26,20); el cuerpo que va a ser sepultado es el que ofrecía a sus discípulos (26,26). José, hombre rico y discípulo: aunque aceptara el mensaje de Jesús, no lo había llevado a la práctica (rico) (cf. 19,21.23.24), edificaba sobre arena (7,26; cf.
5,3; 6 19-21.24). Cierra el sepulcro con la losa; para él, todo ha terminado.
62-66. La preocupación de los dirigentes prevalece sobre la solemnidad de la fiesta (62). Su mala conciencia los hace estar intranquilos por las predicciones de Jesús. El sello quiere garantizar que Jesús no sale de La muerte (66).
1 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos,
2 diciéndoles:
- Id a la aldea de enfrente y encontraréis en seguida una borrica atada, con un pollino; desatadlos y traédmelos.
3 Y si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita, pero que los devolverá cuanto antes.
4 Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:
5 Decid a la ciudad de Sión:
Mira a tu rey que llega,
sencillo, montado en un asno,
en un pollino, hijo de acémila (Is 62,11; Zac 9,9).
6 Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús;
7 trajeron la borrica y el pollino, les pusieron encima los mantos y Jesús se montó.
8 La mayoría de la gente se puso a alfombrar la calzada con sus mantos; otros la alfombraban con ramas que cortaban de los árboles.
9 Y los grupos que iban delante y detrás gritaban:
- ¡Viva el Hijo de David!
- ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (Sal 118,25-26).
- ¡Sálvanos desde lo alto!
10 Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba agitada:
- ¿Quién es éste?
11 Las multitudes contestaban:
- Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
EXPLICACIÓN.
1 - 11. La narración está centrada en la índole del Mesías que llega. Iniciativa de Jesús para procurarse cabalgadura, según el oráculo profético. Ciudad de Sión, lit. "hija de Sión" (Is 62,11; Zac 9,9; Jr 4,31), modismo profético hebreo que personifica a una ciudad con sus habitantes (4s). Reacción de la multitud, contraria al simbolismo del borrico. Extender los mantos en el suelo, acto de sumisión, entrega del poder (2 Re 9,4s.13). Esperan una realeza guerrera (el Hijo de David). Bendito el que viene (Sal 118,25s), aclamación al vencedor. La reacción de la ciudad se describe con el verbo usado para los temblores de tierra (10). Se preguntan por la identidad de Jesús. La multitud lo identifica con el profeta anunciado, el segundo Moisés (Dt 18,15.18); no espera ruptura sino continuidad con las instituciones.
Primera Lectura. Isaías 50,4-7.
4Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.
5El Señor me abrió el oído:
yo no me resistí ni me eché atrás:
6ofrecí la espalda
a los que me apaleaban, las mejillas
a los que me mesaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos.
7El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
Explicación.
50,4-7 Un personaje anónimo toma la palabra: ¿es, quizá, el siervo del cap. 49? No lleva ese título, pero se asemeja a él; no se llama profeta, pero narra su vocación como la de un profeta: para la palabra (cfr. Jr 1,2.7.9; 15,16.19; 17,15; 20,8s); sufrimientos de la misión (Jr 1,8.17; 10,17s; 17,17s; 18,18; 20,7-10); confianza en el Señor (Jr 15,20s; 20,11-13).
50,4 La misión de consolar: 40,1. El profeta vive a la escucha, porque no dispone a su antojo de provisiones de palabras.
50,5 El Señor modela enteramente a su profeta: oído y lengua. Y éste no opone resistencia: tal es su justificación. Tampoco resiste a las injurias humanas. Es su segunda justificación.
Salmo. 22,8-9.17-20.23-24.
8 al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
9 "Acudió al Señor, que lo pongas a salvo,
que lo libre si tanto lo quiere".
17 Me acorralan mastines,
me cerca una banda de malhechores.
Me taladran manos y pies,
18 y puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes:
19 se reparten mis vestidos,
se sortean mi túnica.
20 Pues tú, Señor, no te quedes lejos,
fuerza mía, apresúrate a socorrerme;
23 Contaré tu fama a mis hermanos,
en plena asamblea te alabaré.
24 "Fieles del Señor, alabadlo,
linaje de Jacob, glorificadlo,
reverenciadlo, linaje de Israel
Explicación.
22,9 Esas palabras son burla del hombre y desafío de Dios. En boca de los adversarios convierte el poeta la sátira pretendida en elogio involuntario. Desarrolla el tema Sab 2,12-18.
22,17 "Cavan": el hebreo dice "como un león". Diversas correcciones y explicaciones se han propuesto: atar, para que no pueda pelear ni huir; perforar, atravesar, a la luz del relato evangélico. La imaginación puede salvar como metáfora el significado normal "cavar": los mastines a dentelladas abren brechas en antebrazos y pantorrillas.
22,19 Se incautan hasta de la ropa del condenado. Mantos y vestidos podían formar parte del botín de guerra: Jue 5,30; Jos 7,21; 2 Re 7,15.
22,23 "Hermanos" son los miembros del pueblo; designación corriente en Dt.
Segunda Lectura. Filipenses 2,6-11.
Evangelio. Mateo 26,14 -- 27,66 o* Mateo 27,11-54.
2614Entonces uno de los Doce, Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes 15y les propuso:
-¿Cuánto estáis dispuestos a darme si os lo entrego?
Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata (Zac 11,12). 16Desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata (Zac 11,12). 16Desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
17El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? 18 El contestó:
-Id
a la ciudad, a casa de Fulano, y dadle este recado: «El Maestro dice
que su momento está cerca y que va a celebrar la Pascua en tu casa con
sus discípulos».
19Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la cena de Pascua.
Anuncio de la traición
(Mc 14,17-21; Lc 22,21-23; Jn 13,21-30)
20Caída la tarde se puso a la mesa con los Doce.
21Mientras comían, dijo:
21Mientras comían, dijo:
-Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
22Ellos, consternados, empezaron a replicarle uno tras otro:
22Ellos, consternados, empezaron a replicarle uno tras otro:
-¿Acaso soy yo, Señor?
23Respondió él:
23Respondió él:
-Uno
que ha mojado en la misma fuente que yo me va a entregar. 24El Hombre
se va, como está escrito de él; pero ¡ay de ese hombre que va a entregar
al Hombre! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
25Entonces reaccionó Judas, el que lo iba a entregar, diciéndole:
-¿Acaso soy yo, Rabbí?
Respondió:
Respondió:
-Tú lo has dicho.
La eucaristía
(Mc 14,22-26; Lc 22,15-20; 1 Cor 11,23-25)
26Mientras comían, Jesús cogió un pan, pronunció una bendición y lo partió; luego lo dio a sus discípulos, diciendo:
-Tomad, comed: esto es mi cuerpo.
27y cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias y se la pasó, diciendo:
-Bebed todos de ella, 28 pues
esto es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos para el
perdón de los pecados. 29 0s digo que desde ahora no beberé más de este
producto de la vid hasta que llegue el día en que lo beba entre
vosotros, nuevo, estando yo en el reino de mi Padre.
30y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos.
(Mc 14,27-31; Lc 22,31-34; Jn 13,36-38)
31 Entonces Jesús les dijo:
-Esta misma noche vais a fallar todos a causa de mí, porque está escrito: « Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño» (Zac 13,11). 32Pero cuando resucite iré por delante de vosotros a Galilea.
33Le repuso Pedro:
-Aunque todos fallen a causa de ti, yo jamás fallaré.
34Jesús le declaró:
-Te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, renegarás de mí tres veces.
35pedro le replicó:
-Aunque tenga que morir contigo, jamás renegaré de ti. y los demás discípulos dijeron lo mismo. 35pedro le replicó:
(Mc 14,34·42; Lc 22,39-46)
36Entonces llegó Jesús con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo:
-Sentaos aquí, mientras yo me voy allí a orar.
37y llevándose a Pedro y'a los dos hijos de Zebedeo, dejó ver su tristeza y su angustia. 38Entonces les dijo:
-Me muero de tristeza. Quedaos aquí y manteneos despiertos conmigo.
39 Adelantándose Un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo:-Me muero de tristeza. Quedaos aquí y manteneos despiertos conmigo.
-Padre mío, si es posible, que se aleje de mí ese trago. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
40Se acercó a los discípulos, los encontró dormidos y dijo a Pedro:
-¿Así
que no habéis podido manteneros despiertos conmigo ni una hora?
41Manteneos despiertos y pedid no ceder a la tentación; el espíritu es
animoso, pero la carne es débil.
42Se apartó por segunda vez y oró diciendo:
-Padre mío, si no es posible que yo deje de pasado, realícese tu designio.
43
Al volver los encontró otra vez dormidos, porque los ojos no se les
mantenían abiertos. 4Los dejó, se alejó de nuevo y oró por tercera vez,
repitiendo las mismas palabras. 45 Al final se acercó a los discípulos y
les dijo:
-¿Así
que durmiendo y descansando? Mirad, está cerca el momento de que el
Hombre sea entregado en manos de los pecadores. 46¡Levantaos, vamos!
Está cerca el que me entrega.
(Mc 14,43-50; Lc 22,47-53; Jn 18,3-12)
47
Aún estaba hablando cuando de pronto llegó Judas, uno de los Doce, y,
con él, una gran multitud con machetes y palos, mandada por los sumos
sacerdotes y los senadores del pueblo. 48El traidor les había dado por
seña:
-El que yo bese, ése es; detenedlo.
49Se acercó en seguida a Jesús y le dijo:
-¡Salud, Rabbí!
-¡Salud, Rabbí!
Y lo besó con insistencia. 50Pero Jesús le contestó:
-¡Amigo, a lo que has venido!
Entonces se acercaron a Jesús, le echaron
mano y lo detuvieron. 51Uno de los que estaban con él tiró de machete y
de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.
52Jesús le dijo:
-Vuelve
el machete a su sitio; que el que a hierro mata a hierro muere. 53
¿Piensas que no puedo acudir a mi Padre? El pondría a mi lado ahora
mismo más de doce legiones de ángeles. 54Pero, ¿ cómo se cumpliría
entonces la Escritura, que dice que esto tiene que pasar?
55En el momento aquel dijo Jesús a las multitudes:
-¡Con
machetes y palos habéis salido a prenderme, como si fuera un bandido! A
diario me sentaba en el templo a enseñar y no me detuvisteis.
56Todo
esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas.
Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
(Mc 14,53-65; Lc 22,54-55.63-71; Jn 18,12-14.19-24)
57 Los que detuvieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás el sumo sacerdote, donde se habían congregado los letrados y los senadores. 58 Pedro lo fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo Sacerdote, entró dentro y se sentó con los guardias para ver el fin.
59Los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte, 60 pero no lo encontraban a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente comparecieron dos 61 que declararon:
-Este ha dicho que puede echar abajo el santuario de Dios y reconstruirlo en tres días.
62El sumo sacerdote se puso en pie y le preguntó:
-¿No tienes nada que responder? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya?
-¿No tienes nada que responder? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya?
63Jesús siguió callado. El sumo sacerdote le dijo entonces:
-Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
64Jesús le respondió:
-Tú lo has dicho: pero además os digo esto: Desde ahora vais a ver al Hombre sentado a la derecha de la Potencia (Sal 11 O, 1) Y llegar sobre las nubes del cielo (Dn 7,13).
65El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
-Ha blasfemado, ¿qué falta hacen más testigos? Acabáis de oír la blasfemia, 66 ¿qué decidís?
-Ha blasfemado, ¿qué falta hacen más testigos? Acabáis de oír la blasfemia, 66 ¿qué decidís?
Contestaron ellos:
-Pena de muerte.
-Pena de muerte.
67Entonces le escupieron a la cara y lo golpearon, otros le daban bofetadas, 68diciendo: -Adivina, Mesías, ¿quién te ha pegado?
(Mc 14,66-72; Lc 22,56-62; Jn 18,15-18.25-27)
69Pedro estaba sentado fuera, en el patio; se le acercó una criada y le dijo:
-También ,tú andabas con Jesús el Galileo.
Él lo negó delante de todos, diciendo:
-¡No sé de qué hablas!
-¡No sé de qué hablas!
71 Al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
-Éste andaba con Jesús Nazareno.
72Otra vez lo negó, jurándolo:
-No sé quién es ese hombre.
72Otra vez lo negó, jurándolo:
-No sé quién es ese hombre.
73 Al poco rato se le acercaron los que estaban allí y le dijeron:
-Tú también eres de ellos, seguro; se te nota en el habla.
74Entoces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar:
-¡No sé quién es ese hombre!
Y
enseguida cantó un gallo. 75Pedro se acordó de las palabras de Jesús:
«Antes que cante el gallo renegarás de mí tres veces». Y saliendo fuera,
lloró amargamente.
27 1
Al amanecer, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo
llegaron a un acuerdo para condenar a muerte a Jesús y, 2atándolo, lo
condujeron a Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.
(Hch 1,18-19)
3
Al ver Judas, el traidor, que habían condenado a Jesús, sintió
remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos
sacerdotes y senadores, diciéndoles:
-He pecado, entregando a la muerte a un inocente.
Ellos le contestaron:
Ellos le contestaron:
-Y a nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!
5Entonces arrojó las monedas hacia el santuario y se marchó; luego fue y se ahorcó.
6Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron:
-No está permitido echarlas en el tesoro, porque son precio de sangre.
7Y
después de llegar a un acuerdo, compraron con ellas el Campo del
Alfarero, para cementerio de forasteros. 8Por eso aquel campo se llama
todavía hoy «Campo de Sangre». 9Entonces se cumplió lo dicho por el
profeta Jeremías: « Tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado según la tasa de los hijos de Israel, 10y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había mandado el Señor».
(Mc 15,2-5; Lc 23,2-5.9-10; Jn 18,33-38)
11Jesús compareció ante el gobernador, y el gobernador lo interrogó:
-¿Tú eres el rey de los judíos?
Jesús declaró:
Jesús declaró:
-Tú lo estás diciendo:
12Mientras duró la acusación de los sumos sacerdotes y senadores no replicó nada. 13Entonces le preguntó Pilato:
-¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?
14No le contestó a una sola pregunta, de suerte que el gobernador estaba sumamente extrañado.-¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?
(Mc 15,6-15; Lc 23,17-23; Jn 18,39-40)
15Por
la Fiesta acostumbraba el gobernador a soltar un preso, el que la
multitud quisiera. l6Tenía entonces un preso famoso, Jesús Barrabás.
Cuando se congregó la gente, 171es preguntó Pilato:
-¿A quién queréis que os suelte, a Jesús Barrabás o a Jesús a quien llaman el Mesías?
l8Porque sabía que se lo habían entregado por envidia.
19Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó recado:
-Deja en paz a ese justo, que esta noche he sufrido mucho en sueños por causa suya.
20
A pesar de todo, los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a
las multitudes de que pidieran a Barrabás y muriese Jesús.
21 El gobernador tomó la palabra:
-¿A cuál de los dos queréis que os suelte?
Contestaron ellos:
Contestaron ellos:
-A Barrabás.
22Pilato les preguntó:
-y qué hago con Jesús, a quien llaman el Mesías?
Contestaron todos:
Contestaron todos:
-¡Que lo crucifiquen!
23Pilato repuso:
-Pero ¿qué ha hecho de malo?
Ellos gritaban más y más.
Ellos gritaban más y más.
-¡Que lo crucifiquen!
24Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos cara a la gente, diciendo:
-Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!
25El pueblo entero contestó:
25El pueblo entero contestó:
-¡Nosotros y nuestros hijos respondemos de su sangre!
26Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
(Mc 15,16-21; Lc 23,26; Jn 19,2-3)
27
A continuación, los soldados del gobernador llevaron a Jesús a la
residencia y reunieron alrededor de él a toda la compañía. 28Lo
desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; 29 después trenzaron
una corona de espino, se la pusieron en la cabeza y en la mano derecha
una caña. Doblando la rodilla ante él, le decían de burla:
-¡Salud, rey de los judíos!
30Le
escupieron, le quitaron la caña y se pusieron a pegarle en la cabeza.
31Terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y se lo
llevaron para crucificarlo.
32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón y lo forzaron a llevar su cruz.
(Mc 15,22-41; Lc 23,27-49; Jn 19,17-30)
33Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiera decir «La Calavera»), 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel (Sal 69,22); él lo probó, pero no quiso beberlo. 35Después de crucificarlo se repartieron su ropa echándola a suerte (Sal 22,19) 36 y luego se sentaron allí a custodiarlo.
37Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación:
ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDÍOS
38Crucificaron entonces con él a dos bandidos, uno a la derecha y el otro a la izquierda.
39Los que pasaban lo injuriaban, y decían, meneando la cabeza:
40-¡Tú que echabas abajo el santuario y lo reconstruías en tres días! Si eres Hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz.
41 Así también los sumos sacerdotes, en compañía de los letrados y los senadores, bromeaban:
42 -Ha salvado a otros y él no se puede salvar. ¡Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz y creeremos en él. 43¡Había puesto en Dios su confianza! Si de verdad lo quiere Dios, que lo libre (Sal 22,9) ahora, ¿no decía que era Hijo de Dios?
44Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
45Desde el mediodía hasta la media tarde toda la tierra estuvo en tinieblas. 46A media tarde gritó Jesús muy fuerte: Elí, Elí, lemá sabaktani. (Es decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? [Sal 22,2]).
47 Al oído, algunos de los que estaban allí decían:
-A Elías llama éste.
-A Elías llama éste.
48Inmediatamente uno de ellos fue corriendo a coger una esponja, la empapó de vinagre y, sujetándola a una caña, le dio de beber (Sal 69,22). 49 Los demás decían:
-Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
-Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
50Jesús dio otro fuerte grito y exhaló el espíritu.
51
Entonces la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba a abajo;
la tierra tembló, las rocas se rajaron, 52 las tumbas se abrieron y
muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron; 53después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
54El centurión y los soldados que con él custodiaban a Jesús, viendo el terremoto y todo lo que pasaba, dijeron aterrados:
-Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
55Estaban
allí mirando desde lejos muchas mujeres que habían seguido a Jesús
desde Galilea para asistirlo, 56entre ellas María Magdalena, María la
madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.(Mc 15,42-47; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42)
57 Caída la tarde llegó un hombre rico de Arimatea, de nombre José,
que también había sido discípulo de Jesús. 58Fue a ver a Pilato para
pedirle el cuerpo y Pilato mandó que se lo entregaran.
59José
se llevó el cuerpo de Jesús y lo envolvió en una sábana limpia;
60después lo puso en el sepulcro nuevo excavado para él mismo en la
roca, rodó una losa grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
61Estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
62 A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos acudieron en grupo a Pilato 63 y le dijeron:
-Señor,
nos hemos acordado de que aquel impostor, estando en vida, anunció: «A
los tres días resucitaré». 64Por eso manda que vigilen el sepulcro hasta
el tercer días, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y
digan al pueblo que ha resucitado de la muerte. La última
impostura sería peor que la primera.
impostura sería peor que la primera.
65Pilato contestó:
-Tomad una guardia; id y asegurad la vigilancia como ya sabéis.
66Ellos fueron, sellaron la losa, y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
EXPLICACIÓN.
26 Judas pide dinero por entregar a Jesús (14s); no ha hecho la opción por la pobreza (5,3; 6,24). Treinta monedas de plata, precio de un esclavo (Zac 11,12; Éx 21,32).
17-30. Tríptico. Los Ázimos, panes
sin levadura que sustituían al pan ordinario durante e! período pascual
(Éx 12,14-20). Los discípulos recuerdan a Jesús que ha de ser celebrada
la cena. Los manda a todos (Mc: dos) a dar el recado. Su momento es el de su muerte (17-19).
Los Doce (20) se identifican con los discípulos (v. 18). Anuncia la traición: tristeza e inseguridad (22). Mojar en la misma fuente, gesto de amistad e intimidad (J3). Oposición entre el Hombre, e! portador de! Espíritu de Dios, y ese hombre, que
carece de él (cf. 17,22s). Al entregar al Hombre a la muerte, judas
anula en sí mismo todo valor humano, renuncia para siempre a su plenitud
de hombre. Más le valdría no haber nacido (24). Sin reproche alguno,
Jesús identifica al traidor: último esfuerzo. para que recapacite (25).
Cuerpo (26), la persona en cuanto identificable y activa; sangre (27), símbolo de la muerte violenta, denotaba también a la persona en cuanto entregada a la muerte. Pan, alimento,
indispensable para la vida; símbolo de la Ley. Para el discípulo, la
norma de vida es Jesús mismo, su persona y su actividad. La invitación a
comer e! pan (26) es una invitación al seguimiento. Simboliza Jesús su
entrega a ellos por amor; ellos, a su vez, deberán entregarse a todos en
e! pan que repartan (14,19; 15,36). La copa (27), símbolo de la pasión y
muerte (20,22). La alianza mía, Jesús toma e! puesto que tenía
Dios en la antigua alianza (cf. 16,18: «Ía comunidad mía/mi comunidad".
Invita a beber de la copa, a asimilarse a su entrega (16,24; 26,7). Derramar (28)
se dice del Espíritu al 3,1s): quien bebe de la copa, comprometiéndose a
una calidad de amor como el de Jesús, recibe e! Espíritu. No dice Mt
que coman e! pan ni beban de la copa: la decisión deberán hacerla ante
el hecho de la cruz. Vino nuevo (29, cf. 9,17), amor nuevo: no ya el que
se exigía a Israel, (22,39), sino el servicio a los hombres hasta dar la
vida (20,28). Podrá beberlo a partir de su muerte, por la que entrará
en e! reino del Padre (cf. 13,43); serán los discípulos los que produzcan
el nuevo fruto de la vid (21,41).
31-,35. La defección, corno en la parábola del sembrador (13,21): los que no tienen raíces. Heriré al pastor, en sentido permisivo, «dejaré que hieran" (cf. 6,13), Nuevo anuncio de la resurrección (32). Galilea, región limítrofe con los pueblos paganos: allí han de reunirse los dispersos para comenzar la misión universal (cf. 28,16-20). Presunción de Pedro (33), a la que corresponderá un fallo mayor que e! de los otros (23,12). Se reniega de Jesús cuando e! discípulo no reniega de sí mismo (16,24), renunciando a toda ambición (34). Testarudez de Pedro; consigue que los demás no hagan caso a Jesús, sino a él (35).
36-46. Segunda vez que Jesús ora (cf. 14,23). Reverso de la medalla de la transfiguración. Los mismos tres testigos (36s). Me muero de tristeza (38), cf. Sal 42,6, grito de dolor de un israelita cautivo al ver a su Dios menospreciado por los paganos porque no lo libera de! cautiverio. En paralelo, la angustia de Jesús: e! Padre, si no lo salva de sus enemigos, será ultrajado. Los hombres esperan un Dios que muestre su potencia; si Jesús muere condenado, despreciarán al Dios de quien se fiaba (27,43.46). Los discípulos deben aceptar con él e! aparente fracaso de esa muerte (38). La petición -de Jesús, condicionada al designio divino (39). Sueño de los discípulos: falta de identificación con Jesús. Vencer la tentación de! mesianismo triunfante (4,1-11). Alusión a las bravatas de Pedro (26,33-35) (40). Realícese tu designio, cf. 6,10. Ha llegado el momento, cf. 17,22s.
47-56. Un traidor en e! Israel mesiánico (uno de los Doce). La turba, enviada por los que se habían confabulado para dar muerte a Jesús (26,3). Rabbí, según las categorías judías con las que Judas no ha roto (49). Amigo, como en 20,13, e! que trabaja por lucro, y 22,12, el que no llevaba el traje de fiesta (50). Jesús se entrega sin resistencia. Intento de usar la violencia para impedirlo (51): no comprenden el mesianismo de Jesús. En el siervo/representante del sumo sacerdote, quieren
atacar al jefe de la institución (51). La violencia engendra violencia (52). Jesús ha renunciado a pedir la intervención divina (53). Jesús reprocha a la multitud su conducta con él (cf. 21,23) (55). Las profecías (56) del servidor de Dios (Is 52,13-53,12; Cf. Mt 3,18). Fuga de los discípulos.
57-68. Los letrados, aliados de los sacerdotes (57). Pedro no lo sigue como discípulo (de lejos). Espera que algo imprevisto impida la muerte de Jesús (58). Ninguna acusación real, buscan falsos testimonios (59s). Jesús había predicho la destrucción del templo (21,13; 24,2), pero no por obra suya. Pregunta del sumo sacerdote (cf. 16,16). Respuesta afirmativa de Jesús, precisando la identidad entre el Mesías y el Hombre y la consecuencia de su rechazo. Dios está con él y en contra de ellos y de la institución que representan. La llegada que va a ver se verificará en la destrucción de Jerusalén y del templo (21,41; 22,7) (64). Acusación de blasfemia y pena de muerte (64; d. 65-66). El odio acumulado se desata en ultrajes (67-68).
69-75. También Pedro es acusado. Negación pública delante de todos (70). Rechazo total: no sé quién es ese hombre (cf. 25,12) (72). Acosado, refuerza su negación con maldiciones y juramentos. Abandona el palacio y con él la institución judía y su ideología mesiánica. Llanto de arrepentimiento (75).
27 1-2. La sesión de la mañana ratifica la sentencia. Para ejecutaría, lo llevan a Pilato.
3-10. Remordimiento de Judas. Treinta monedas de plata (26,14-16). La retractación del delator debía poner en cuestión el juicio celebrado antes. Los dirigentes no hacen caso (4), van a llevar adelante el proceso de Jesús. Judas ha sido sólo un instrumento. Su gesto es una
denuncia. Ejecuta en sí mismo la sentencia (5; cf. 2 Sm 17,23). Los sumos sacerdotes, minuciosos observantes de la Ley (Dt 23,18). El texto citado es de Zac 11,13. Mt lo atribuye a Jeremías (cf. Jr 18,2s; 32,7-9) para ponerlo en paralelo con 2,18: Judas, que representa el pueblo infiel a Dios y al Mesías, corresponde a los hijos de Raquel cuya muerte provoca el amargo lamento.
11-14. El gobernador está al tanto de la acusación, distinta de la de blasfemia propuesta en el tribunal judío (26,65). El rey de los judíos, cf. 2,2. El silencio de Jesús domina la escena. Expresa su ruptura con la institución judía y la aceptación de su muerte.
15-26. Propuesta de Pilato para poner en libertad a Jesús (16-18). Contraste entre los nombres (17). Los dirigentes judíos ven en Jesús un rival (18). Ante la traición de Israel, Dios habla al paganismo (19). Las multitudes que nunca habían dado plena adhesión a Jesús, manipuladas
por los dirigentes (d. 12,43-45); arrastradas por ellos, van a ser cómplices en el asesinato del Mesías (21,39) y van a perder el reinado de Dios (21,43). Se ponen del lado de sus opresores; renuncian a toda esperanza de liberación (20-23). El juez cede a la presión y comete la injusticia. El pueblo asume la responsabilidad de la muerte de Jesús (cf. Lv 20,9; Jos 2,19) (24-26).
27-32. Los soldados ridiculizan en Jesús la esperanza mesiánica de Israel. De hecho éste ha rechazado al Mesías liberador: no le queda más que la esclavitud (27-31). Mientras Simón Pedro ha renegado de Jesús (26,6 -75), Simón Cirineo carga con su cruz (32), según las condiciones de seguimiento (16,24). Cada uno de ellos corresponde a uno de casos expuestos en 7,24-27.
33-44. Lugar de la ejecución (33). El vino con hiel, otra muestra de odio (d. Sal 69,21s). Reparto de la ropa (Sal 22,19). El letrero reproduce la acusación formulada por Pilato (27,11). La frase está construida en paralelo con la del bautismo y la transfiguración: Éste es mi Hijo (3,17; 17,5): el rey-Mesías designado por Dios. No el Mesías triunfador y guerrero, sino el Hombre que da su vida para liberar a todos los hombres (20,28). Bandidos (38), apelativo de los nacionalistas fanáticos. Los ultrajes (39-44): Primer grupo, la gente del pueblo (39-40) repite la
acusación formulada en el juicio ante Caifás (26,61): Jesús, un peligro para la institución. La prueba de ser Hijo de Dios (d. 4,3.6) sería librarse de la muerte; no conciben que Jesús dé su vida voluntariamente. Segundo grupo, los dirigentes (41-43). También ellos le echan en cara su impotencia; para ellos, la razón se muestra con la fuerza. Le piden el milagro (12,38). Con palabras del Salmo 22 se burlan de su confianza en Dios. Ellos han vencido, luego Dios está con ellos; descrédito del verdadero Dios (d. 26,38). Tercer grupo, los compañeros de suplicio (44). Nadie comprende el sentido de su muerte, ven en ella la derrota.
45-56.
Las tres horas de tinieblas (45) recuerdan los tres días de tinieblas
sobre la tierra de Egipto (Éx 10,21s): éxodo liberador para la humanidad
entera; al mismo' tiempo, juicio de Dios, (cf. Am 8,9s; Jr 15,8s). La
tiniebla anuncia la llegada del Hombre (26,64; cf 24,29) (45). El grito
de Jesús continúa la angustia de Getsemaní (26,38), por la ineficacia de
su muerte para Israel (46). Interpretación equivocada o irónica del
grito de Jesús (47-49). Ven en él la confesión de su fracaso y el deseo
de ser liberado de la muerte. El odio de Israel lo acompaña hasta el último momento (vinagre, Sal 69,22). El grito (voz) estentóreo
(50) al exhalar el Espíritu es de victoria, anuncia la efusión del
Espíritu, del que había sido portador (50). La teofanía: la cortina del
santuario es la misma humanidad de Jesús (nuevo santuario, d. 26,51): la
divinidad se manifiesta en Jesús. De arriba abajo, en la cruz se revelan como una sola cosa el Padre del cielo (arriba) y Jesús, el Dios con nosotros (abajo, cf.
1,23). Debilidad (muerte en cruz) y fuerza (el Espíritu), El papel de
los templos ha terminado. El temblor de tierra es consecuencia de la
teofanía (cf. Éx 19,18; Sal 96,9.13s; 97,4). Con la efusión del Espíritu
comienza el reinado de Dios (Sal 96,13s). Las rocas se rajaron: a
partir de la muerte de Jesús no existe para los hombres más fundamento
sólido para construirse que Jesús mismo y su palabra (7,24). La
resurrección de muchos santos (Dn 12,2) (52) indica la llegada de los
tiempos mesiánicos; no son personajes del AT (cf. 13,17), sino
santificados por el Espíritu, que han recibido por seguir a Jesús. La ciudad santa no
se refiere ya a Jerusalén (4,5), ciudad asesina (23,37-39), sino a la
consagrada por el Espíritu, la comunidad cristiana (cf. 5,14), que
adquiere la certeza de su propia resurrección (16,18).
El centurión y los soldados (54): el paganismo. Terror (cf. 17,6). La cruz es la revelación de Dios a los paganos. Las mujeres (SS-56), desde lejos, como Pedro, seguían a Jesús (26,58): desconcierto y duda. La madre de los Zebedeos, que manifestó la ambición de gloria y poder
(20,20s), no estará presente en la sepultura ni será testigo de la resurrección (27,61; 28,1).
57-61. Caída la tarde, la hora de la cena (26,20); el cuerpo que va a ser sepultado es el que ofrecía a sus discípulos (26,26). José, hombre rico y discípulo: aunque aceptara el mensaje de Jesús, no lo había llevado a la práctica (rico) (cf. 19,21.23.24), edificaba sobre arena (7,26; cf.
5,3; 6 19-21.24). Cierra el sepulcro con la losa; para él, todo ha terminado.
62-66. La preocupación de los dirigentes prevalece sobre la solemnidad de la fiesta (62). Su mala conciencia los hace estar intranquilos por las predicciones de Jesús. El sello quiere garantizar que Jesús no sale de La muerte (66).
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